Capitulo 22: ¿Te gustan las apuestas? -Me gustas tu.

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Clara:

Zack se carcajeo divertido y yo lo fulminé haciendo un puchero molesta.

Y dijo rapidamente, entre risas.—Stop el juego.

Él me miró aún riéndose y paró de reir de un momento, mirando mi labio y frunció el entrecejo.

Zack:

Siempre pensé que cuando alguien decía que cuando una chica se mordía el labio o hacia un puchero daban ganas de besarla, nunca lo creí. Hasta hoy...

La tentación era grande, y mis pensamientos estaban un poco nublados. Escaneé su rostro y quise sonreir mentalmente, no tenía una vida muy normal o una vida risueña. Era todo lo contrario a algo que pasaría en un libro o pelicula, me gustaba, me gusta. Es divertido saber que no tendre esa estúpida historia sacada de cuentos de hadas.

También me gusta que se haga la dificil, es sexy que haga eso.

Me sorprendió y alegró al mismo tiempo que haya decidido ir conmigo a dar un pasado cuando debería estar molesta, está molesta de hecho. Pero no era mi culpa que el Zack arrogante y mujeriego volviera de pronto, creo que me interesa mucho lo que piensen los demás como para actuar diferentes frente a ellos, para poner mi fachada delante.

Con Clara no es así, soy yo mismo o eso intento, pero eso no cambia el tema de si lo haga con otra persona, y no creo que ella pueda cambiarme.

—¿Por qué me miras así?—pregunto Clara y ahí es donde me doy cuenta de que he estado mirandolo en todo el tiempo que pensé. Sonreí naturalmente, como si nada pasara.

—¿Como te estoy mirando?—sonreí divertido, creo que a éstas alturas he aprendido a actuar muy bien, hace rato estaba pensando en Clara y en mis fachadas y aqui estoy como si nada hubiera pasado.

Me adoro tanto.

—Como un acosador—exageró—, ¿te han dicho que tienes los ojos muy grandes?—bajé una ceja, frunciendola mientras mi boca estaba ligeramente abierta. Se notaba nerviosa, ella miró hacia atrás de mi y fruncio el ceño.

—¿Qué pasó?—le pregunté.

—Besame.

La miré confundido.—¿Qué?

Y antes de que pudiera reaccionar, estampó sus labios con los míos.

¿Esto no lo debería hacer el chico?

De todas formas moví mis labios y la agarré del menton suavemente subiéndole un poco su cara que estaba un poco abajo y me resultaba incomodo, retire mi mano de ahí y me separé confundido y ella me miro a los ojos, quedandose mirandome por unos tres segundos y ya me estaba resultando incómodo, parecia sumergida en mis ojos.

—Clara.—susurre, mi cara estaba a pocos centimetros de la suya, no nos separamos mucho despues del beso.

Ella parecio darse cuenta de algo y sacudio la cabeza levemente, alejandose.

Jadeó y dijo: —Lo siento, estaba... yo... cambio de tema.—sonrió, era una sonrisa insegura, y un poco afligida—No hablemos del beso.

Sonrei de medio lado, divertido de su comportamiento. Era jodidamente adorable cuando se ponia nerviosa -nunca hubo beso- hizo enfasis con sus manos.

Yo sonreí de oreja a oreja y me acerqué más a ella, rodeándo mi cadera hacia su lado y besé su mejilla. Estaba feliz, ya me empezaba a sentir como una chica cuando tenía su mestruacion, estaba feliz, luego triste, luego amoroso. Bueno, eso solo pasa cuando estoy con Clara.

Le besé la mejilla y ella se sonrojo. No se porque, pero se comportaba como una linda chica colegiala. Generalmente nunca se sonrojaba.

—Nunca hubo beso entonces.—ella sonrió pequeña, todavia un poco insegura.

—Que siga el juego—ella frunció el ceño, ajena a lo que había dicho y preguntó: ¿de qué hablas?

—Perdiste.—aclaré.

Ella me miró confundida—¿De que...? Oh.—se tapó las manos con la boca, recordando a que me refería.

—¿No quieres que un anciano te diga otra cosa, no?—preguntó, estando divertido y burlón.

Ella sonrió, como si no pudiera creerlo y bajó la cabeza sonriendo.—De hecho no.

—Entonces...—empecé.

—Esto no está bien.—aclaró, anotándose un poco triste y neutra a la vez.

Ella es quién tiene la mestruacion, pensé ironicamente.

—¿No?—pregunté lentamente y un poco bajo, me acerque disimuladamente hacia ella.

—No.—susurro, más segura de sí misma, y reprimiendo una sonrisa, lo se por la forma en la que tiene sus labios y sus pomulos levementes levantados.

—¿Y desde cuando te importa que lo que está bien y lo que no está?—pregunté en un susurro, hablando a pocos centimetros y expresandome lentamente y suavemente.

Ella alzó la mirada y se echó un poco hacía atrás rapidamente sobresaltandose por nuestra cercanía y yo me volví a acercar para luego sujetar delicadamente mis manos a casa lado de su cara.

—Responde.—exigí, sin cambiar mi tono de voz.

—Desde...—pausó, se notaba distraída e inocente; ¿Qué le pasaba? Ésta no era Clara, no es que no me gustara esta Clara pero era raro.—Desde hoy.—expresó más dura como si estuviera atragantada o sumergida en dolor, zafandose de mi agarre bruscamente y levantandose de su asiento.

—¿Que?—más desorientado no podía estar, en serio.—¿De qué mierda hablas, Clara?

—¡Tú!—sonaba un poco desesperada.—¡Solo quieres jugar conmigo, Zack! ¡No soy un maldito juguete, no soy Karina!

Clara:

No entendía porque juega conmigo, ¿Quiere sexo? ¿Soy un reto? ¡No lo sé! Y me cansé de ese jueguito. Zack no era una de las personas con las que debería estar, porque a veces aunque me hiciera sentir bien la tristeza siempre se triplicaba.  Tal vez no tristeza, tal vez solo... desilusión.

Lo señala mientras le hablaba, pense mas de tres veces lo que le diría pero a la hora de decirlo, se esfumaba de mi mente y terminaba expresando de otra manera o diciendo cosas que no queria.

—Clara, ¡Por Dios!—exclamó divertido, sonriendo. Alzando sus brazos hacia mi, pero no como si quisiese que me fuera a sus brazos.

—No me gustan las apuestas, Clara. ¿Por qué no te das cuenta de que me gustas tú?

Mi corazon junto con mi respiración se paró incontrolablemente.

¿Estamos en Guerra? [CORRIGIENDO ERRORES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora