Parte II

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Era una hermosa mañana, donde la luz del sol se colaba por la rendija de una ventana recién abierta por un par de niños que estaban emocionados por una gran ocasión.
La pequeña niña rubia (igual que su madre), Aleina de 3 años, caminó hacia el cuarto de su hermano el peliguinda (igual que su padre), Del de 5, para acomodar su cama sin necesidad que se lo pidiera con tal de tener contentos a todos.

Al visualizar una sombra cerca de la cocina, salieron emocionados y corriendo tomados de la mano.

—¡Buenos días! —Dijeron al unísono los pequeños.

—Buenos días, niños. —Respondió una voz similar a la de su padre, sólo que un tanto más aguda— ¿Me podrían decir dónde están sus padres? —Era una mujer de cabello negro y ojos azules, quien observaba a ambos niños con una falsa sonrisa y sus ojos estaban llenos de odio.

—¿Quién eres y qué haces en mi casa molestando a mis hijos? —Al fin apareció, Helena, una mujer alfa padre de esos chiquillos.

Helena comenzó a usar su habilidad: unas alas, heredadas por su padre, que le otorgaban gran agilidad en combate; y aquel endurecimiento de su madre, que le permitía los ataques cuerpo a cuerpo.

—Justo a quien buscaba. —Agachó la mirada e intentó ver a Helena sobre su hombro, sin lograrlo.

La mujer se dio media vuelta con la piel de su mano derecha convertida en una especie de metal filoso que apuntaba hacia su contraria.

—¡Eres tú, Yovanka! —La peliguinda se quedó pasmada al volver a ver el rostro de su hermana mayor.

—Creí que no me recordarías. —Estando a unos cuantos centímetros de apuñalar a su propia hermana, se vio detenida por algo.

—¿Quieres decirme ¡qué carajos estás haciendo!? —Al terminar de gritar su oración, dirigió su puño izquierdo a la mejilla de Yovanka desconcertándola.

—El hecho de verte me recuerda a papá. —Limpió con el dorso de su mano la sangre que brotó de su nariz— A eso vine, a un ajuste de cuentas.

Se escucharon un par de pasos, ambas mujeres voltearon hacia el origen del ruido y pudieron ver a una mujer rubia de unos veintitantos años frente a unos niños con manos temblorosas pero con su mirada decidida.

—Parece que tenemos compañía. —Sus ojos destellaron por una idea, perfecta para sufrir.

—No, no, no... ¡a ellos no lo involucres! ¡Déjalos! —Corrió hacia su hermana quién de un salto logró atravesarle el pecho a Claire, su esposa, el amor de su vida.

Al ver este suceso, no pudo reaccionar más y terminó siendo atravesada de igual manera.

—Claire... no. —Fueron sus últimas palabras antes de caer al suelo.

Lo último que pudo ver fue a su hija siendo levantada del cabello por la mujer psicópata.

¡¿Quién se mete con una niña indefensa?! ¡Todos saben que hasta los más grandes criminales tienen en mente que meterse con un niño está mal!

Sin embargo, sólo eran pensamientos.

—Pero que hermosa niña.

El cuello de su hija fue cortado dejando una enorme apertura por la cual corría un gran chorro de sangre mientras los ojos de la niña se mostraban llorosos y entrecerrados. Unas alas idénticas a las de su padre aparecieron por culpa de el sentimiento tan intenso de miedo.

—Veo que heredaste lo de tu padre. —Bufó disgustada— Eso te vuelve asquerosa. —Arrojó el moribundo cuerpo a una pared haciendo que ésta se manchara de aquel líquido un tanto espeso y rojo.

My Heart-Shaped Box (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora