Parte IV

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Suk Ha. Una joven de ojos claros con un toque verdoso como el de su padre y de cabellos castaños casi rubios como su abuelo paterno. Tenía 5 años apenas.

Ahora era una niña feliz que gozaba con sus dos hermanos de la vida.
Helena había dejado su cabello crecer hasta la barbilla, Noah se dejó la barba, sólo por curiosidad.

Al parecer había un alboroto en el reino de Tracia, tras una repentina tormenta se presentaron criaturas anormales nunca antes vistas, algunos decían que era el Apocalipsis. Los soldados acudieron y Helena no dejaría atrás esa oportunidad de volver a actuar. Del, con 15 años, quería volver a ayudar así que acudió con su mamá para poder luchar.

  —Son demonios. —Dijo al ver esas criaturas de labios negros y piel lechosa.

  —¿Cómo tú?

  —No. —Corrigió al menor— Como nosotros.

Frente a ellos apareció un enorme dragón oscuro, conocido así por ser de un material de color negro y por ser más fuerte en las sombras.
Ambos corrieron hacia este para poder sacar sus alas y dirigirse a la fuente de todo, sobre el tejado del castillo.

  —Te prometí que algún día subiríamos. —Le recordó.

Pudieron ver a una persona con una larga capucha rojo sangre y de cabello negro y largo, así que supusieron que era el lider tras no hacer todo directamente.
Recibieron un ataque de una especie de magia color azul marino.

  —¿Se atreven a retarme? —Sonrió sádicamente. Con sus ojos con destellos azules y con esa posición fue como ver a su tía antes de atacar a su madre.

Se abalanzó sin miedo sobre ella recibiendo gritos de su madre para que se detuviera, todos fueron en vano.
Aún con toda la velocidad de parte de la joven, él logró rodar por el suelo, saltar e inclusive esquivar esa magia demoníaca. Al llegar a ella comenzó a sujetarla de los brazos con todas sus fuerzas y con ayuda de sus alas convertidas en distintos brazos.

Helena aprovechó de la situación para poder endurecer sus brazos con los puños cerrados y comenzar a golpearla sin querer dañarla mucho, aunque no fue el resultado que esperaban y la pelinegra se liberó de aquel agarre para seguir lanzándoles de su magia.

  —¡Mueran! —Gritó justamente antes de ser impactado por un potente golpe de parte de Helena en la cabeza.

  —Esto termina aquí. —Mencionó Del con el sudor en su rostro tras correr como demente por todo el tejado para no ser alcanzado por magia desconocida.

El ver sus ojos tan profundos y al ser la primera persona que asesinaría sin razón lo hizo retroceder.

  —Mamá. —La susodicha lo miró— No puedo hacerlo.

  —Tranquilo, no la vas a matar. La vamos a redimir. —La apuñalo directo al corazón— Con toda esa magia oscura que habita dentro de ti, y por mi siendo Una demonio, te doy el mandato a renacer bajo nuestra causa.

  Esto fue rápido.  Pensó en adolescente.

Sus ojos no mostraban expresión alguna y su cuerpo se transformaba en humo, como si fuera una ilusión. Helena había manchado una de sus manos con su sangre para que apareciera en el sitio donde ella iba: su propio hogar.

...

El hecho de despertar en un sitio desconocido y con recuerdos tan confusos la asustaron un poco. Apenas era una niña de 13 años que no comprendía la situación.

—Despertaste. —Habló.

—¿Quién eres? —No pudo preguntar otra cosa, pues se encontraba asustada.

—Del. —Rió— Puedes llamarme Shire. —Ese era su nuevo nombre desde hacía pocos meses atrás— Bien, ¿quién eres tú?

—No lo sé, sólo recuerdo rojo y ya.

—Entonces... no eres nadie. —Respondió sin importancia.

  —Claro que soy alguien. —Se sentó sobre su propio lugar sin sostener la sabana que le cubría el cuerpo. Shire se giró— ¿Qué sucede?

  —Parece que no sabes qué mujeres y hombres no pueden verse de esa manera. —Era algo que Noah le había inculcado.

La joven observó su propio cuerpo desnudo y se volvió a cubrir con la sábana para después levantarse y enredarla alrededor de su pecho.

  —Lo siento. —Habló.

  —Ten cuidado la próxima vez. —Le sonrió dirigiéndole la mirada— Debes tener hambre, ¿no? —Ella asintió— Sígueme, te daré algo, mamá y papá salieron junto con mis hermanas para llevarlas al colegio así que estaremos solos por un rato.

  —Necesito vestirme. —Recordó sin salir de la habitación por únicamente llevar una sábana cubriéndole el cuerpo.

  —Espérame un momento. —Cerró los ojos unos instantes activando su sentido demoniaco, así pudo hacer todo en una velocidad sobre humana.

Le hizo un pequeño vestido gris un tanto holgado que según él le cubriría hasta la rodilla. Sin saberlo hizo un desastre por media casa por la velocidad a la que se movía, pero le entregó lo que quería darle y la dejó para vestirse mientras él calentaba un poco de sopa para ella.
Al girarse pudo ver una cabellera negra al fondo del pasillo acercarse, pudo ver que le quedaba bastante bien así que le invitó a sentarse en la mesa para que pudiera comentar en paz.

  —¿Y bien? —Carraspeó sólo un poco.

  —Te lo agradezco. —Agachó la mirada— Me tendré que ir, le hice daño a muchas personas y no me gustaría hacerlo otra vez.

  Con que para esto sirvió el renacimiento.  Hizo un diminuto Flashback sobre las palabras de Helena.

  —Podrías quedarte esta noche mientras descubrimos a dónde más puedes ir. —Suspiró— Podría decirle a mamá que te quedes en mi habitación y yo me podría quedar en la sala.

  —De ninguna manera, —sus negros ojos relucieron de sorpresa— no pienso hacer eso. Los incomodaría.

  —¿A nosotros? ¡Por favor! —Dejó salir una carcajada sincera— Pronto sabrás quienes somos.

My Heart-Shaped Box (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora