Parte XIX

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Evan se encontraba caminando por la ciudad un tanto confundido, recién había experimentado su primer celo  como mujer alfa y había decidido ser hombre, como le platicó su padre.

Una vez que una mujer alfa se decide a permanecer así, ya no puede volver a ser como antes.

Y precisamente quería eso: no volver a ser la misma persona, pues su familia jamás le buscaría.

Lo primero que hizo en la ciudad de Hiperborea fue cambiarse el nombre a Evan Gideon Cosío, pues necesitaba desaparecer del mapa y formar una nueva vida.

Se había encontrado con un joven que estaba trabajando en una cafetería, donde ella... más bien, él, estaba bebiendo tranquilamente una taza de té y gozaba de un emparedado; el joven vio un rostro de grandes ojos castaños con labios delgados en línea recta los cuales temblaban por un signo de tristeza.

  —¿Te encuentras bien? —Se acuclilló junto a la persona que aún parecía mujer por el cabello largo.

  —No.

  —Si no es molestia, ¿podría saber qué sucede?

  —Debo desaparecer de Tracia. —Limpio las lágrimas que estaban cerca de salir— Estuve muerta por un tiempo, lo descubrí al salir de la tierra y ver mi lápida.

  —Debe ser duro. Seguro confundieron las cosas y sólo debas regresar a casa.

  —No quiero causarle problemas a mis padres. —Observó unos ojos azulados y una cabellera blanquecina con mechones rubios— ¿Cuál es tu nombre?

  —Zaid.

  —Soy Suk Ha. —Acercó su mano a la contraria para estrecharla— Aunque tengo un problema... cambie mi nombre a Evan.

  —Pero es de hombre, podrían juzgarte por ello.

  —No importa, me decidí a ser alfa... ya que lo soy, usare la metamorfosis.

  —Que increíble. —Rió ante la locura del asunto— Estoy confundido.

  —Larga historia. —Esbozó una media sonrisa.

  —Es mediodía, cerramos al anochecer, creo que tengo tiempo para escuchar esa larga historia. —Se sentó en la silla frente a la joven— Yo invito.

Era la primera vez que se decidía a interactuar con alguien que no fuera un conocido familiar o un familiar, se sentía... extraño. Un aroma a cerezas le inundaba la nariz, se sentía bastante confundida y mareada, luego comenzó un fuerte dolor que parecía poco con aquella conversación que estaba teniendo con el chico frente suyo.


(...)

Se estaba acercando a su rostro, ambos estaban en la casa de Zaid, habían ido a compensar algo que surgió repentinamente cuando ambos sintieron la fragancia del otro.
La alta joven besó apasionadamente al contrario mientras retiraba su camiseta de botones color lila, sus manos se movían por sí solas mientras sentía aquel delgado cuerpo como si no hubiera otra cosa en el mundo.

  —Espera... —Detuvo a la castaña— Soy gay.

  —Espérame un segundo.

Se dirigió al sanitario, donde encontró unas tijeras, con las cuales cortó su cabello a tal punto de ser una cabellera ondulada corta y alborotada; su cuerpo dolió hasta más no poder mientras su mareo se intensificaba y el aroma a cerezas le llegaba a la nariz y penetraba todo su ser incitando al ahora hombre a abalanzarse sobre el otro.
Salió a verlo sentado en la cama de la única habitación.

  —Bien... —llamó su atención con su voz agravándose cada segundo un poco más— y yo soy hombre. —Sonrió.

Pronto recostaría ese delgado y pálido cuerpo para seguir sintiendo los latidos contrarios, ese aroma surgía desde un punto y necesitaba averiguar de dónde mientras bajaba los pantalones contrarios acariciando aquel bulto formado bajo la ropa interior.

  —No deberíamos hacer esto.

  —¿Acaso no te llega la peste? —Masajeó aquella intima parte que comenzaba a agrandarse mientras asentía— Es una necesidad, no puedes saciarla con tu mano solamente mientras piensas en alguien.

Sacó el miembro contrario sintiendo lo grande que estaba para lo que esperaba, luego comenzó a acariciarlo de arriba a abajo para al fin introducirlo en su boca mientras en su pantalón se generaba una molestia con la cual tendría que lidiar también.
Sentía el calor contrario con los movimientos desesperados de excitación, mientras seguía moviéndose se desesperaba más y más al haber hallado la fuente de aquel aroma. Se alejó un poco sólo para retirarle la ropa por completo y para desvestirse, dándose cuenta de que extrañaría su cuerpo femenino, pero ahora se veía mamado y se sentía completa.

  —¿Qué lado prefieres? —Preguntó con toda educación mientras se acercaba a su rostro para besarlo. Ni siquiera tuvo que responder, su posición hablaba por sí sola mientras sus jadeos se volvían desesperados— Lo haré con el máximo cuidado que pueda.

Sintió aquel miembro que ahora era parte suyo casi explotando, estaba tan excitado que al comenzar a rozar la entrada contraria entró desesperadamente sin cuidado, el otro soltó un quejido de aparente dolor mientras se retorcía.

  —Perdóname, ¿sí? —Sostuvo sus mejillas, luego besó su cuello para morderlo lentamente y embestirlo suavemente.

Su mano izquierda se movió a la virilidad ajena para comenzar a masturbarlo, siguiendo con su acto sexual que tanto había estado agotando sus energías al faltar en su primer celo.

Sintiendo que faltaba movilidad escucho unos ligeros gritos, luego sintió una cálida sensación en su mano dando a entender que el rubio había acabado ya, pero su necesidad seguía estando ahí y lo sabía por el movimiento de cadera que hacía.
Su espalda se encorvó hacia adelante mientras sentía un escalofrío por todo su cuerpo que poco a poco se intensificaba y su entrepierna se sentía bastante extraña mientras de igual manera sintió que se había venido en el vientre debajo suyo.

Jamás volvería a extrañar su cuerpo, o eso pensaba, eso le satisfacía lo suficiente.

  —No creas que sólo te quise por esto. No lo malpienses. —Se apartó para comenzar a vestirse ignorando su cansancio.

  —No quiero que te vayas. —Esas palabras jamás las había escuchado, al menos no las recordaba. Se detuvo y volteó a verlo con cariño, tal vez podría quedarse un tiempo en esa pequeña casa para acompañarlo— Nunca nadie se había fijado en mí.

  —Tampoco alguien en mí. —Le sonrió y, con únicamente ropa interior, se recostó a su lado para abrazarlo y besar su frente— Realmente eres una buena persona... estoy segura de eso.

Ni siquiera conocía bien a ese chico, pero se decidió a quedarse con él.

My Heart-Shaped Box (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora