Parte XXII

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Un dolor de cabeza se presentó en el menor de los dos, eran muy comunes en él si olvidaba algo en su rutina, pero era rara la ocasión en la que incluían mareos o náuseas, como en esa ocasión donde se dejó caer al suelo por un dolor en la nuca que le recorrió toda la cabeza y la espalda.

  —No me quiero levantar.

  —Estas tirado en la cocina, hazlo. —Lo arrastró de los pies a al área del comedor— Debes comerte esto.

  —No me gustan las espinacas.

  —¡Cómetelas, te dije! —Al verlo intentar huir arrastrándose como gusano lo sostuvo por la ropa, luego se acercó a su oído y habló suave y amenazantemente— Hazlo o te castigaré.

  —¿¿Eh?? —Se apresuró a levantarse y correr al baño.

  —Entonces lo haré por las malas. —Lo siguió— Anda, ven a comer, llevas días sin...

El verlo regresar todo lo que había comido en la mañana le hizo sentir mal, pues había comido poco y se había estado quejando de dolores por todos lados que empezaban con su cabeza.

  —¿Te encuentras bien? —El rubio asintió— ¿Necesitas un poco de espacio? —Asintió nuevamente, pues detestaba que lo vieran tan débil y enfermo.

Curiosamente, alguien llamó a la puerta en ese instante. Atendió con rapidez, pudo ver a un par de niños parados tomados de la mano, la cabellera de ambos hizo que su mundo se moviera por un instante y se asomó para terminar viendo a sus padres parados junto a la puerta.

  —Mamá... papá. —Por ultima vez, su lado femenino salió a la luz con un llanto incesante que fue calmado por el abrazo que los dos pequeños infantes le dieron por la espalda— No quise que se enteraran, no quería verlos sufrir.

  —Tranquila. —Noah seguía con aquella idea de que era su pequeña— Ya estamos aquí.

  —Lo siento, estoy cuidando de alguien pero... pasen, siéntanse como en su casa. —Se tambaleó hasta la puerta del baño donde el joven lloraba sin razón aparente— ¿Qué tienes, cariño?

—Estoy harto de sentirme así.

—Ya pasará, es más, llegó alguien que puede curarte de lo que sea que tengas. —Eso le dio un poco de esperanzas a l ojiazul, quien se levantó con toda confianza— Vamos... sirve que te presento a alguien.

A paso lento caminaron hasta ver a toda la familia completa, completamente completa... al 100.
El castaño hizo que el delgado cuerpo contrario avanzara frente suyo, luego se acercó a su madre y le hizo la petición, donde le contó que llevaba ya un largo rato con él y que se habían vuelto más frecuentes las molestias desde poco tiempo atrás.

  —¿Estás seguro de que ya es normal?

  —Sí. —El chico se sentó junto a la mujer— Llevan años sucediendo.

  —Nosotras , las mujeres demonio, tenemos un sentido distinto al de los hombres, el cual nos ayuda a percibir distintas anomalías en nuestro alrededor, y yo percibo una aquí. —Señaló el estómago del chico.

  —¿Tengo cáncer?

  —Eres un omega. —Volteó a ver a su ahora hijo— Tengo que hablar contigo. —Hizo una seña para que la siguiera.

Estando fuera de la casa se tomó la molestia de ponerse erguido y con miedo, pues sabía que le iban a regañar.

  —Es broma, ¿verdad? —Sus manos estaban en su cintura, definitivamente estaba molesta— De pronto mis hijos comienzan a reproducirse como conejos o a cambiar de sexo.

  —Perdóname, no quería problemas.

  —Él es muy joven para esta situación...

  —¡Y yo que carajo iba a saber que él es un omega!

  —Sea quien sea debes usar protección.

  —Mamá, el maldito celo no lo puedo controlar, mi puto pene iba a explotar.

  —Felicidades, acabas de matar a un inocente. No resistirá el proceso, sólo tiene dieciocho años, sólo uno de los dos vivirá o ninguno.

  —Tú no sabes eso. —Amenazó a su propia madre, pronto recibió una fuerte bofetada que le hizo caer al suelo.

  —Estoy tratando de hacerte ver la realidad. Nadie más tendría el valor de decírtelo.

  —P-Pero... ¿si no es humano, podría sobrevivir?

  —Hay más probabilidades de vida.

  —É-Él me dijo... me dijo que es de la raza gigante. —Se puso de pie ignorando el dolor en su mejilla.

  —No lo sé, no soy adivina.

Entraron nuevamente, Evan se dejó caer al sillón con miedo y lamentándose por no haberlo notado antes.

  —No sólo son los síntomas del desarrollo de un omega, sino qué hay algo más. —Sostuvo al muchacho por los hombros mirándolo a los ojos— A mitad de tu desarrollo parece que estás listo, pronto serán tres.

Esa rubia cabellera le hacía recordar a su Claire, cuando apenas eran jóvenes y supieron que tendrían una hermosa familia; la noticia era impactante para todos, pero la recibieron con tranquilidad.

  —Entonces... eso de que no sobreviviría... significaba que... —rápidamente abrazó a su pareja haciéndola caer al suelo, donde le llenó el rostro de besos— si algo sucede, lo que sea, quiero que sepas que siempre te amaré.

  —Nada va a suceder. —Soltó una risilla.

  —Nosotros nos vamos, sólo vinimos a verificar que todo estuviera bien. —Abrazo al joven al verlo de pie— No sabes cuánto te extrañé, enserio que fue terrible lo que sucedió.

  —Quedó en el pasado, ¿no es así? —Correspondió el abrazo— Aún recuerdo lo que platicaste con Shire cuando yo recién había nacido.

  —Bien... yo me encargo desde ahora. —Y con una mano en el vientre del rubio sonrió— Yo me encargaré de que no sufras lo mismo que yo.

Aquel adolescente cayó al suelo inconsciente, como por arte de magia, la cual se explicaba con lo que había hecho Helena tras haber hecho un truco donde lo pe volvía más "resistente" su aparato reproductor femenino.
La peliguinda se retiró con toda la calma del mundo dejando a los dos chicos en su casa cuestionándose la existencia entera.

  —¿Cómo es el parto de un omega? ¿Cómo sabré que ya va a nacer? ¿Cómo le hago? ¿Qué debo hacer? ¿Como debo actuar? —Sintió un abrazo, sin embargo las lágrimas de angustia ya estaban fuera.

  —Yo me encargo de eso, tú descansa.

Pronto habrán
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-Júpiter

My Heart-Shaped Box (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora