Parte VII

12 2 0
                                    


Al fin habían descubierto su locación cuando lo encontrarían bebiendo nuevamente.

Lamentablemente era igual de inestable que Helena y terminó por darle un gran susto a la peliazul y a su pequeño hermano rompiendo varias botellas y amenazando con golpearlos, sólo que cada que lo hacía encajaba vidrios en su propia piel pidiéndoles perdón por ello.

Como todo un alcohólico.

Helena había llegado en el momento en que había un vidrio enterrado en su antebrazo mientras él lloraba frente al fregadero y pedía perdón a todo aquel que le pudiera escuchar.

—Lo siento... yo... no puedo controlarlo. Soy un monstruo, no los merezco. —Helena lo abrazó por la espalda para hacerle saber que no estaba solo— Mamá, Aleina.

—No. Sólo yo, como tú padre. —Lo obligó a que le dirigiera la mirada y retiró esos pedazos de vidrio.

—No te preocupes, que ya sanará.

—Se fue, ¿verdad? —Él sólo se limitó al silencio y a asentir— Ella volverá, hijo, te lo aseguro— Pudo ver a una asustada joven abrazando a un niño— ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen aquí? Deberían irse.

—No hasta asegurarme que él esté bien.

—No lo está. Ha pasado por mucho y justo ahora está pasando por otro problema, necesita tiempo.

—Había dicho que no quería vivir. —Ese dato fue muy curioso para Helena, pues su hijo jamás había dado signos de depresión y en toda su vida él le contó todo lo que hacía, incluso le contó de aquella vez cuando los vio por la noche por accidente.

Shire estaba llorando en el pecho de su madre mientras esperaba a que la herida sanara para volver a hacérsela.

—Roou-Chan. —Le habló mientras empujaba a su madre— ¿Por qué no me dijiste?

—¿Decir qué?

—Que estás embarazada. —La tristeza se había marchado por completo, pues ahora estaba pensando en cómo le haría para controlar sus impulsos con aquella criatura creación suya para que viviera en paz y feliz.

—Porque todo este tiempo te la has pasado ebrio.

—Si me hubieras dicho jamás te habría levantado la mano. —Se dejó caer de rodillas para abrazarla por la cintura— Si hubiera sabido qué hay alguien creciendo dentro de ti, jamás me hubiera atrevido a gritarte así. Todo fue porque soy un idiota y no puedo dejar de vivir en el pasado.

Helena observaba todo aquello sin importarle mucho la noticia, sólo esperaba a que su hijo se expresara con las palabras correctas para solucionar tantos maltratos verbales y casi físicos.

—¿Podrías perdonarme? Te juro que si algo así vuelve a suceder, me marcharé para que estés segura. —Faltaba algo— Te prometo que seré un buen padre. —Todavía faltaba algo, pero no sabía qué— Roou... me gustaría compensarte todo esto. —Ahí estaba el mensaje atorado— Para disculparme, por todo.

—Te perdono. Pero no creo poder confiar en ti como en un principio. —Lo empujó hacia atrás— No después de que estuviste cometiendo error tras error durante casi un mes, no creo poder confiar en que estarás bien sabiendo que cualquier molestia te saldrás de control para luego dañarte.

—Si tan estúpido soy entonces yo no te merezco... ¿o sí?

—No, hijo. —Se entrometió Helena— Tu madre me perdonó por el hecho de que cambié, no porque le prometiera que cambiaría.

—¿También hacías esto?

—Solía golpearla por cada motivo mediocre e inútil que encontraba, aunque sólo fue unas dos o tres veces ella dijo que sí lo volvía a hacer jamás sabría de ella ni de ti. Debes cambiar por una razón, debes dejar el alcohol, debes dejar ir a Júpiter ahora que tienes una familia. —Eso claramente no lo podría hacer, le sería imposible.

—Yo nunca quise hacerlo. —Recibió una fuerte bofetada de parte de su madre— ¿Por qué lo hiciste?

—Porque no es necesario que te pongas como princesa. —Se encontraba molesta y gritándole— Eres una niña llorona y berrinchuda que le tiene miedo a sus errores pero los sigue cometiendo. —Le soltó una bofetada con la mano libre, o sea que dejó caer toda su fuerza con su muñeca floja, causando que su cabeza diera media vuelta y él cayera al suelo boca abajo— ¡Jamás te eduqué así! ¡¡En mi puta vida te dije que el alcohol era una salida, ni te di ejemplos propios!!

  —Ya, por favor...

  —¿Por qué? ¿Porque lo sientes? ¡Un lo siento no le va a quitar ese miedo a ellos dos ni me va a bajar el coraje a mí! Eres un idiota. —Estaba lista para retirarse— En toda tu vida nunca necesitaste un golpe, pero justo ahora podría molerte a cachetadas por semejante estupidez.

Ese fue el momento que le hizo abrir los ojos, porque había sido una decepción para su madre después de haber sido su más grande orgullo.

My Heart-Shaped Box (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora