Amar

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Ella estaba enamorada de él.
Por la forma en que sus ojos bailaban
con los de él en la oscuridad.
Como dos estrellas fugaces jugando en el cielo nocturno.

Ellos estuvieron destinados a ser desde el principio.
Porque en el caos de sus almas,
En la crueldad del mundo que vivían,
Fluyó la belleza, se concibió el amor.

.

.

.

En la habitación reinó la calma durante los segundos en que los amantes cruzaron sus miradas, aquellos instantes se volvieron eternos, como si el tiempo separados hubiese sido demasiado largo. Sus cuerpos se acercaban inconscientes, manifestando la necesidad de estar juntos que gritaban sus almas.

No obstante, aquella aura serena se esfumó en el segundo que la pelinegra levantó la cabeza para observar la llegada de la visitante.

– ¡Hange volviste! – Marie se apresuró a levantarse de su lugar junto a las compras, para evitar que ellos se acercarán más.
Por su parte, Smith estuvo a punto de dejar caer los paquetes que sostenía, sólo para llegar a los brazos de ella. Sin embargo, Marie pasó rápidamente frente a él, causándole retroceder abruptamente, evitando que pueda reducir el par de metros que los alejaba.

– ¡Vaya! Que hermoso vestido, deberás decirme dónde lo conseguiste. – La pelinegra se le colgó del brazo a la científica, terminando la frase con un guiño.

– ¿Les parece si comemos algo? Así nos cuentan que estuvieron haciendo. – sugirió a todos los presentes, jalando un poco del brazo a Zoe, en dirección al comedor, asumiendo una respuesta positiva de sus interlocutores.

– ¡Claro cariño! – respondió Dok con una sonrisa genuina, sin percibir el momento que había arruinado su esposa.

Hange no pudo deshacerse del agarre de Marie, conforme avanzaban, ella continuaba platicandole, más no le prestaba atención, giró la vista hacia su amado, esperando que le sacara de aquella molesta situación.

Sus miradas se cruzaron una vez más, junto a un aire entremezclado de impotencia, por toda la situación de la cual no podrían librarse tan fácil.

– Puedes dejar aquí los paquetes. – comentó Nile, señalando uno de los sillones del salón. – Lyn se encargará.

Smith se limitó a seguir a Dok, sintiéndose algo derrotado al no haber conseguido acercarse a su amada, siquiera para saludarle. Esperaba que pudieran marcharse pronto, necesitaba estar a solas con ella. Sobre todo porque aún no habían solucionado "aquel tema".

Lyn se apresuró al comedor a colocar la mesa para todos e ir prontamente a la cocina por los aperitivos. Seguida por Marie, llegó al comedor junto a Hange, quien iba en contra de su propia voluntad, aún así aseguró que su invitada permaneciera junto a ella en la mesa.

Al sentarse, Marie le dedicó una sonrisa, primero a ella, luego a los demás quienes iban entrando. Ambos varones tomaron asiento frente a ellas.

– Debo hablar por ambas, ya que realmente nos causa curiosidad qué andaban haciendo. – Después de dirigirse a los varones presentes, la pelinegra giró la cabeza hacia su acompañante, como para dar credibilidad a sus palabras.

Hange solo asintió, no quería estar de acuerdo con ella, pero en realidad sí, le causaba curiosidad...

Erwin la observó detenidamente, como intentando decirle algo, al querer develar el mensaje, no pudo evitar perderse en sus fascinantes iris azules. Luego de recobrarse, pestañeó repetidas veces y escuchó a Nile hablar sobre entrenamientos, que Erwin le había ayudado mucho con la rutina de los nuevos cadetes.

Complément parfait (Eruhan fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora