Quería una mujer con carácter,
con fuerza y determinación,
una mujer a toda risa,
una chica bien astral,
una mujer presta,
siempre despierta,
vivaracha,
con malicia indígena; una de esas que no se dejan echar cuentos ni meter los dedos a la boca,
quería una mujer voraz,
que se levantara con un brillo bárbaro en los ojos,
que aunque con cicatrices y con las alas cosidas a retazos de tantos vuelos fallidos y de tanto cabron mal portado,
tuviera ganas inacabables de comerse el mundo,
quería a una mujer que tuviera los ovarios y el genio para mandarle a callar cada que hiciera falta,
una para nada conformista,
que lo retara todo el tiempo,
que lo empujara a alcanzar la mejor versión de si mismo,
quería lo que dicen hoy por hoy por ahí "una mujer de esas locas"
para crear un mundo propio que conquistar,
para hablar de política, fútbol y religiones,
para pervertir al amor y endulzar al sexo...Y la tuvo,
me conoció a mi,
colonizamos lunares y esquinas,
nos versamos las bocas,
nos vociferamos secretos,
de tanto que jugábamos a querernos bajo el cielo; le rompíamos el corazón a las nubes,
sobrios de todo le coqueteábamos a la tristeza,
bebíamos como dementes, hasta desvariar, hasta quedar con mi cabeza enterrada en su cuello,
enredar mis piernas a su espalda era mi vicio,
envolver mi cabello en sus dedos; era el suyo,
no estábamos enamorados,
nos cagaba la palabra "amor" y lo estereotipada que está,
yo creo que éramos más bien unos amantes y unos amigos devotos del otro,
nos adorábamos radialmente,
pero todo dura hasta que se acaba y lo que arde rápido, rápido se convierte en cenizas, en migajas, en adiós y así fue, así fuimos.Las mujeres locas a veces nos vamos,
pero esta vez era yo quien se quedaba,
se fue porque el quería cambiarme,
porque quería dominarme como cuál camisa de fuerza,
se fue porque no lo permití,
porque le dije esto es lo que soy y esto era lo que quería,
se fue porque quería contenerme,
los huracanes no se contienen,
las mujeres locas somos como la luna; que siempre tiene a alguien soñando con poseerla pero ella no es de nadie.Se fue dejándome un portazo como último recuerdo,
sé fue y yo lo lloré un mar, porque soy tan visceral y el ya estaba incrustado en mis visceras,
pero nosotras no lloramos para siempre, porque somos amor y siempre habrá quien espere para recibirnos.A los cinco días volvió y yo ya había expedido una orden de exilio a su nombre,
ya me estaba pintando los labios de rojo,
ya me estaba soltando el cabello,
y él estaba dándose cuenta que hay que tener cuidado con lo que uno desea,
que las mujeres locas son un recuerdo imborrable,
que así seas tú quien se vaya; se te quedan en las pestañas,
que no te sueltan ni cuando estás sumergido en tus pesadillas,
ni cuando estás colonizando cuerpos y corazones ajenos,
las mujeres locas nos quedamos con una parte de ustedes, que no recuperan nunca.¿Todavía quieres enamorarte de una?