Si crees en Dios, entonces Dios lo sabe. Si crees en la vida, la vida lo sabe. Y si crees en el universo también estoy segura de que el lo sabe. Que no se necesita mucha capacidad de entendimiento para comprender que te he querido más de lo que he querido a alguien antes.
Supongo que eres el único que no lo acepta o que no quiere que alguien como yo lo quiera, así tan profundamente, así con esta balanza que no pesa tus desaires porque yo le he puesto más amor del que debía ponerle.
Te quise más de la cuenta tanto que cuando sentí que no tenía nada para darte te di mis letras y ahí me desangré para desahogarme, pero me ahogué. Me estaba muriendo y no hacía nada, me abandoné a mí misma entre mis ganas y tu desgano.
Escribí, escribí, escribí para ti y por ti, convertí mis heridas en fiesta para que vinieras conmigo y no viniste. Me quedé bailando sola con la tinta fresca en mi máquina y con la ilusión rota en la puerta esperándote de manera estúpida, porque nunca llega a nuestra vida quien no quiere venir.
No importan las líneas, lo que dicen no interesa, ya me ha pasado tanto dolor entre los ojos y las mejillas. Ya no me pasan más sonrisas por los labios, ya me he desgastado de tanto acomodar las cosas y no tocar tu corazón jamás. Parece un témpano lejano.
Hablaron mis poemas, ellos hablaron y por detrás estaba siempre yo enamorada o hecha trizas, pero al fin siempre queriendo al hombre que eres. Basta con leerlos, con escucharlos, con saber que llevaban tu nombre tatuado en los títulos.
Ojalá Dios, la vida o el universo tengan más amor para ti que aquel que tenía yo, porque de tanto sotarlo para ti sin reciprocidad, se me perdió.