invierno en la mirada.

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Otro día más sin poder dormir, y no es que está vez me delaten las ojeras. Me miré en el espejo y el frío de la noche ha jugado conmigo de nuevo, el rocío en mis pestañas parecen gotitas de lluvia; pero sé muy bien que no fue una lluvia cualquiera.

Prefiero mil veces descargar estas tormentas nocturnas y mantener mi corazón a flote, que dejarlo ahogar en un mar de lagrimas, de esas mismas que si no derramo son capaces de ahogarme hasta el alma. Mantener mi corazón tibio y latente, que dejarlo morir en silencio.

Es preferible que el rocío de la noche se cuelgue en mis pestañas, adornándome lagrimas de cristal como telarañas, que dejar que se cuele en mi corazón congelándomelo por completo.

He comprobado que el invierno no dura solo los meses de una estación; el invierno a veces se estaciona indefinidamente en la mirada, obstruyéndole la vista al amor.

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