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2015. Actualidad~

Un golpe. Y otro golpe. Y otro más.

Estaba estirado en el ring, con los ojos cerrados y sin oponer resistencia.

Lo había intentado. Solo Dios sabía cuánto había estado intentando contraatacar.

Pero no siempre se puede ganar, y menos cuando alguien entre el público te distrae.

A Stiles nunca le había sucedido algo así. Era un profesional, sabía lo que hacía, llevaba años entrenando, dedicando su vida al deporte, dejando descuidadas cosas que según él eran menos importantes. Había sido mucho tiempo de entrenamiento para ahora perder el título que había conservado durante tres campeonatos seguidos.

Pero esos dos ojos verdes, feroces, que lo habían mirado con intensidad, habían sido su perdición.

No tenía ni idea de qué era lo que había recorrido su interior, pero no había sido bueno. De todas formas, no era tiempo de pensarlo, porque estaba inconsciente en mitad del cuadrilátero, con la sangre saliendo de su nariz, que probablemente estaba rota, de su mejilla, de sus labios. Parecía que la sangre no pararía nunca, que moriría desangrado, que ya no se recuperaría.

Adiós a la leyenda del boxeo más joven de Beacon Hills.

No obstante, eso no fue lo que sucedió. Stiles se despertaría en el hospital, cubierto de vendajes, de médicos preocupados por él. Lo sabía, pero no porque lo hubiera vivido alguna vez, no, él solía salir casi ileso de las peleas, lo sabía porque había tenido amigos que habían acabado muy mal, y otros que se habían recuperado, y había estado con ellos para verlo.

Y así pasó. Al menos lo del hospital y los vendajes. Cuando abrió los ojos un buen rato más tarde estaba recostado en una camilla.

Lo primero que hizo fue acordarse de los ojos de ese hombre.

Le recorrió un escalofrío que lo hizo darse cuenta de dónde estaba y de lo que había sucedido. Lo segundo que hizo fue recordar que había perdido su título, por el que se había estado preparando desde los once años.

Alzó el rostro hacia el techo de la habitación, todavía sin haberse fijado siquiera en si había alguien, cerró los ojos y dejó escapar un suspiro.

Quizá era exagerado, pero era como si hubiera dejado que su vida se escurriera entre sus pálidos dedos. Su sueño había sido destruido.

Y lo estaba haciendo tan bien hasta...

Los ojos verdes.

—Ya era hora, bella durmiente.

El vello se le erizó al escuchar su voz y al verlo ahí plantado, con la espalda apoyada en la pared, justo frente a la cama, y con los brazos cruzados.

—¿Qui... quién eres?

El hombre, que era claramente mayor que él, sonrió con amargura.

—¿El boxeador al que todos temen está asustado?

Stiles alzó las cejas, movimiento que le dolió como si volviera a estar dentro del ring. Tenía la necesidad de defenderse, porque sí que lo estaba, pero no se lo haría saber.

En primer lugar, ¿por qué lo habían dejado entrar en la habitación? ¿Acaso había dicho que eran familia? ¿Alguien podría haberse creído algo así? Y en segundo lugar, ¿dónde estaba su padre? ¿Por qué estaba completamente solo?

—No te tengo miedo.

El mayor le sonrió, esta vez divertido. Miles de emociones pasaban a través de sus ojos, tantas que Stiles no era capaz de entenderlo, pero pudo fijarse en que escondía muchísimas cosas.

—Deberías, Mieczyslaw Stilinski.

Stiles entreabrió los labios al escuchar el nombre que nadie utilizaba para llamarlo, el que nadie conocía aparte de Scott y sus familiares más cercanos. No tuvo tiempo de preguntarle cómo lo sabía, porque el hombre se marchó y lo dejó solo.

No tardó en volverse a dormir.

Hit Me [STEREK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora