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Su padre lo encontró en ese estado. El chico estaba al borde del desmayo. Temblaba y sudaba como nunca, pero lo que peor llevaba era el no saber qué le estaba pasando a su cuerpo.

Noah Stilinski llamó a los médicos, que lo volvieron a meter en el centro con rapidez. Stiles tenía miedo por su integridad física y mental, pues aparte del dolor, parecía que se estaba volviendo loco.

—¿Qué ha sucedido?

—Un hombre...

No pudo continuar porque empezaba a perder el conocimiento, pero logró escuchar algo antes:

—Parece un mordisco de animal, se pondrá bien.

Se pondrá bien. Se pondrá bien. Se pondrá bien.

Con esas palabras repitiéndose en bucle se incorporó a medianoche. Tenía los ojos muy abiertos y los músculos en tensión. Su padre dormía en el sofá, pero no llegó a fijarse demasiado en él, porque su cabeza giró, por instinto, hacia la ventana abierta.

Se vislumbraba la luna llena rodeada de una oscuridad inmensa. A Stiles le encantaba la luna, su madre y él siempre la miraban antes de irse a dormir. Era una costumbre que había perdido de golpe cuando ella se suicidó.

Se deshizo de las sábanas y se puso en pie. Necesitaba salir de allí cuanto antes, pues estaba notando algo en su interior que no había notado nunca. Salió corriendo sin hacer caso del chico de recepción que le llamó la atención. Incluso varios enfermeros salieron del hospital tratando de atraparle, ya que todavía llevaba la bata azul.

Sorprendentemente no le dolía nada, ni las heridas de la pelea ni el mordisco. Estaba corriendo y dejándose llevar, porque no tenía ningún lugar al que ir.

De pronto se escuchó un aullido y sus piernas giraron en esa dirección. ¿Por qué se sentía tan atraído hacia ese sonido?

Al frenar junto a un puente vio que tenía al hombre de ojos verdes frente a él, pero no estaba solo. Una chica y un par de chicos más estaban a su lado, uno de ellos le doblaba la edad.

—Lo has hecho mejor de lo que esperaba.

—¿Qué ha sido eso?

—Una llamada.

Stiles frunció el ceño y se cruzó de brazos, tratando de demostrar una seguridad que no tenía.

—¿No sabes que existen los teléfonos? Y espérate, aunque vivieras en la prehistoria, ¿quién demonios llama a alguien aullando? ¿Y cómo lo has hecho tan fuerte? ¿Qué eres, un lobo?

—Sí.

Al chico le entró la risa nerviosa ante lo absurdo que sonaba.

—Me he dado algún golpe en la cabeza, pero no he perdido tantas neuronas.

El hombre lanzó una mirada al cielo con exasperación.

—Me perteneces.

No pudo evitar reírse de nuevo.

—No soy un objeto para tener dueño. Además, ¿quién te crees que eres para hablarme así sin conocerme?

Nadie se atrevía nunca a hablarle con esa falta de respeto, por lo que estaba bastante sorprendido.

—Eres parte de mi manada, así que me perteneces. No tu persona, sino tu lobo.

—No tengo ningún lobo.

—¿Estás aquí? —preguntó y esperó unos instantes a que el joven dijera algo, pero no obtuvo respuesta—. Pues eso significa que el mordisco ha hecho efecto.

—De eso quería hablarte. ¿Se puede saber por qué me has mordido? ¿Qué me has hecho?

—Morderte —respondió el rubio, a lo que el otro hombre, que no había abierto la boca, sonrió con diversión.

Stiles puso los ojos en blanco. Estaban bromeando como si no pasara nada, como si no le hubieran atravesado la piel con los dientes unas horas antes.

—Isaac, ahora no. —Se giró de nuevo hacia Stiles—. Hoy hay luna llena, lo que quiere decir que empezarás a sentir cosas nuevas, y puede que duela. Pero para eso estamos nosotros aquí.

El chico tenía el ceño ligeramente fruncido y los labios entreabiertos.

—¿Qué vais a hacer?

—Atarte con cadenas, muchacho, como a todos.

Todos giraron la cabeza en dirección de la voz, que para Stiles era nueva.

—¿Cadenas?

—Peter, ¿qué tal si mejor te vas al refugio?

—¿Refugio? —preguntó Stiles.

Peter solo le dedicó una mueca.

En ese mismo instante empezaron a escucharse sirenas de policía y todos se pusieron alerta. Stiles bajó la mirada a la bata que todavía llevaba puesta, acordándose de que se había escapado del hospital y de que era muy probable que lo estuvieran buscando.

—Derek, deben venir a por él.

¿Derek? ¿Se llamaba Derek? Le recorrió un escalofrío como el que había sentido la primera vez que lo había visto y deseó estar muy lejos de aquel lugar. Y eso mismo fue lo que pensó Derek, pero por razones completamente distintas.

—Tienes que irte. No pueden verte con nosotros.

—¿Y dónde pretendes que vaya?

—Lydia te guiará por el camino con el que puedes irte sin que te descubran.

Stiles miró a la chica pelirroja que había permanecido callada junto a Derek. No parecía sorprendida de que le mandaran encargarse del trabajo sucio.

Lydia echó a caminar sin fijarse en si Stiles le seguía, pero las luces de un coche a unos metros de distancia los dejó a todos quietos.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Isaac.

—¿Salir corriendo? —sugirió Peter.

Derek se aproximó a Stiles, que seguía sin entender por qué no podía estar con ellos en público, lo cogió del brazo y lo empujó hacia el puente. El chico cayó directamente al agua, salpicándolo todo y haciéndose daño contra algunas rocas que había en el fondo.

No supo qué hicieron los demás después de eso, porque cuando sacó la cabeza del agua, un policía lo estaba apuntando con una linterna, casi cegándolo.

Su padre apareció poco después, cuando ya le habían dado una toalla con la que secarse. Hacía mucho que no veía esa expresión de preocupación en él. 

Le obligaron a volver al hospital, pese a que parecía haberse recuperado de todas las heridas, ya que ya no quedaba ninguna marca.

—¿Qué hacías dentro del agua? —preguntó la médica que lo había atendido tras el combate.

—Se tiró del puente —dijo el policía—. Yo lo vi caer.

—¿Intento de suicidio? —preguntó dirigiéndose a otro enfermero.

—¿Creen que intentaba suicidarme? —repuso Stiles con indignación. Era algo que nunca se le pasaría por la cabeza, no después de ver el sufrimiento que dejaba a los que se quedaban.

—Voy a revisar las pruebas que te realizamos ayer, ¿te importaría descansar hasta mañana?

No concebía cómo le estaba sucediendo todo eso a él.

—Me empujó un hombre, el que me mordió. Dice que es un hombre lobo y que ahora yo...

—Basta. No tenemos tiempo para esto, todavía tenemos que averiguar cómo es que te has curado —interrumpió la médica para, segundos más tarde, retirarse junto al resto de la habitación.

Hit Me [STEREK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora