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Stiles apartó la mirada de Derek antes de que este empezara a hablar. No se atrevía a mirarlo, así que se dedicó a observarse las manos entrelazadas.

—Cuando tu madre murió, mi madre me sentó aquí para decirme que era muy importante que, si alguna vez le pasaba algo a ella, debía darte yo la carta. Eres el único que la ha leído, así que te voy a contar la historia desde lo que yo he vivido y me han contado, porque no sé qué te escribió tu madre, ¿vale? —Stiles no contestó. Todavía no había dejado de llorar—. Si no estás preparado, puedo hacerlo en otro momento.

Stiles sacudió la cabeza para que continuara y Derek soltó el aire por la nariz con suavidad.

—Claudia estaba pasando la tarde con sus amigas el día en el que conoció a mi madre. No sé muy bien cómo pasó, pero Claudia terminó cerca de esta casa. Venía a pedir ayuda porque había oscurecido y no encontraba a sus amigas. El caso es que... —Derek no podía dejar de mirar a Stiles. Quería tocarlo para calmarlo, pero no sabía si era lo correcto—. El caso es que se encontró con la manada que vigilaba a mi familia por aquel entonces. Habían venido a Beacon Hills para intentar echarnos, así que había peleas a menudo. Mi hermana mayor, Laura, nos llevaba a Cora y a mí a una habitación y nos intentaba entretener hasta que todo pasaba.

—¿Cuántos años tenías? —preguntó Stiles en voz baja.

—Cinco. Tú todavía no habías nacido.

Stiles asintió un par de veces y continuó mirándose las manos.

»Estuvieron a punto de herir a tu madre, así que la mía la protegió hasta que pudo ayudarla a llegar a la casa. Nos asustó mucho escuchar que alguien entraba y no venía a la habitación para decirnos que todo iba bien. Por eso nos quedamos encerrados hasta que mi madre vino a por nosotros y nos la presentó. Claudia estaba más asustada de lo que habíamos estado nosotros porque... bueno... de repente se había encontrado con un mundo nuevo lleno de hombres lobo. Poco a poco fue perdiendo el miedo y empezó a visitarnos cada semana. Crecí sintiendo que era de la familia, era casi como la hermana de mi madre, así que todos la tratábamos así.

Stiles se echó hacia atrás y por fin levantó la cabeza hacia Derek. El hombre llevó su mano a la mejilla del más pequeño para secársela con delicadeza.

—Estás bien, ¿verdad?

—Sí —dijo en voz baja.

Derek apartó la mano, pero dejó el brazo en el respaldo del sofá. Si movía un poco la mano, podría volver a tocar a Stiles.

—Solo unos años después de conocerla, se quedó embarazada —dijo—. A mis hermanas y a mí nos encantaba hablar contigo. Nos reíamos mucho pensando que nos escuchabas.

—¿Me hablabais? 

—Sí. Te contábamos cómo había ido nuestro día. A veces, cuando me quedaba un rato a solas con tu madre, te prometía que jugaríamos juntos y que te cuidaría cuando nacieras. No pude jugar contigo porque tu madre no quería meterte en esto, pero te he estado cuidando desde entonces.

—¿Cómo?

—Le daba a tu madre los caramelos que ganaba en el colegio y preguntaba por ti a todas horas para saber que estabas bien. Es todo lo que podía hacer, ¿vale? —dijo, dándole un golpecito en la cabeza cuando Stiles alzó una ceja.

Al menor se le escapó una pequeña sonrisa y Derek también sonrió.

—Ella hablaba mucho de ti y yo me pasaba el tiempo queriendo conocerte. No se lo decía a ella porque mi madre me había dicho que no la presionara, pero supongo que lo sabía. Cuando... cuando le dijeron lo del tumor... no sé, fueron momentos difíciles para todos. Mi madre se ofreció muchas veces a ayudarla, pero ella tenía miedo por ti.

—¿Ayudarla? ¿Podía ayudarla?

—Podía hacer lo que yo he hecho contigo. Si la mordía y la convertía, no enfermaría. Claudia lo posponía siempre. No le gustaba pensar en poder hacerte daño o en separarse de ti hasta ser capaz de controlarse. Era un miércoles por la mañana cuando le dijeron que era hereditario. Ella siempre venía los domingos, así que nos pusimos muy felices de verla antes de tiempo. Pero mi madre se asustó. Tenían hablado que las visitas nunca serían ente semana si no eran por algo grave. Ambas debían ocuparse de muchas cosas, por lo que era mejor así.

Stiles puso una pierna en el sofá y se giró para poder encarar a Derek. Al ver que tenía su mano tan cerca, Stiles apoyó la mejilla en ella y cerró los ojos.

Derek estaba sorprendido de que hubiera hecho algo así, pero se dedicó a mover el pulgar con suavidad para mantenerlo relajado.

—Mis hermanas se fueron a jugar al jardín después de un rato, pero yo quería quedarme a ver qué pasaba. Cuando ella lo contó y mi madre le dijo que ya era un buen momento para convertirla, Claudia pensó que era mejor esperar al mes siguiente para dejar todo preparado por si tenía que marcharse un tiempo, así que pusieron la fecha. Luego mi padre me llamó para ayudarle con unas cosas y ya no me enteré de nada más, pero según me supe un tiempo después, quedaron en que también te convertirían a ti si aparecía el tumor. De todas formas, Claudia escribió la carta por si pasaba algo y se la dio a mi madre.

—¿Por qué no...? —Stiles lo miró directamente a los ojos y tragó saliva—. ¿Por qué no la convirtió?

Toda la información estaba sobrecargando su cabeza. Hasta ese momento había una parte de su madre que no conocía.

—Murió antes de la fecha que habían acordado —respondió casi en un susurro.

Stiles volvió a cerrar los ojos en un intento por no volver a echarse a llorar.

Era injusto. En esos momentos su madre podría estar viva, ¿por qué se había preocupado tanto por él en vez de salvarse primero? Stiles sabía que Claudia había sufrido mucho, y mientras ella sufría, también lo hacían Noah y él. Habría sido mucho mejor si simplemente hubiera acabado con eso rápido. Habría sido difícil al principio, pero todo habría ido mucho mejor.

—Claudia solo quería lo mejor para ti. Quizá no fue lo correcto, pero todo lo hizo pensando en ti, ¿vale?

Derek acarició el rostro de Stiles hasta que el menor volvió a mirarle. Entonces supo que todavía tenía muchas preguntas.

Hit Me [STEREK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora