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Stiles no podía olvidar ese entrenamiento ni siquiera tras una semana. Derek no le había hecho daño, pese a que le enseñó muchas cosas que podrían habérselo hecho. Había sido cuidadoso y eso, según el punto de vista de Stiles, no le pegaba nada. Le había dejado marcharse después de decirle que estaría cerca de él hasta que lograra controlarse por completo.

Lo que no se esperaba era que fuese a ser tan literal.

Intentaba ver —o imaginar— a Derek lo menos posible, pero daba igual dónde fuera, Derek siempre andaba cerca.

Una mañana Stiles decidió acercarse a él cuando salió de clase. El mayor estaba asomado detrás de un árbol y, en cuanto vio que el contrario se aproximaba, se apresuró a esconderse como si eso fuera a conseguir que Stiles olvidara que estaba ahí.

—¿Sabes que esto ya es acoso? Estás enfermo.

Derek suspiró al verse descubierto.

—Te estoy cuidando.

—Me estás siguiendo, que es diferente.

—¿Puedes confiar en mí?

—No puedo confiar en una alucinación.

Stiles se colocó bien la bolsa de entrenamiento sobre el hombro.

—¿Sigues con eso?

—Tengo que irme —dijo

Derek le agarró la muñeca y Stiles, sorprendido, se giró para mirarle.

—¿Qué haces? —preguntó, tratando de soltarse.

Era obvio para los dos que al joven se le había acelerado el pulso, pero ninguno dijo nada.

—¿Dónde vas?

—Lo vas a averiguar por ti mismo, ¿no? Parece que es tu trabajo.

Se deshizo del agarre y desapareció, dejando a Derek atrás.


Dean ya estaba esperándolo cuando llegó, así que Stiles se apresuró a cambiarse de ropa y prepararse para su entrenamiento. Esperaba que, por lo menos, pudiera despejar su mente con el boxeo.

—¿Estás listo?

—Lo estoy.

—Pues calienta y luego golpea el saco. Hoy toca entrenamiento físico más que técnico, así que te advierto que va a ser duro y te vas a cansar. Adelante.

Stiles siempre se quejaba, pero esta vez prefería agotarse físicamente a seguir pensando en lo mismo.

Calentó y se apresuró a posicionarse frente al saco. Directo. Directo. Directo.

«Tienes más fuerza que antes».

Sacudió la cabeza para sacar la voz de Derek de su cabeza.

Otro directo, esta vez con tanta fuerza que el saco se tambaleó con violencia.

«Vas a hacer daño a mucha gente».

Dio un último directo antes de gritar con fuerza y agarrar el saco con las dos manos. Los hombros subían y bajaban debido a lo agitada que estaba su respiración.

—¿Stiles? —lo llamó Dean, que había salido del cuarto donde estaba ordenando algunos materiales—. ¿Va todo bien?

Seguía respirando con dificultad, pero dio un paso atrás, se quitó los guantes y sin mirar a su entrenador, se marchó del gimnasio.

Dean gritó su nombre varias veces, y pese a que Stiles lo escuchaba perfectamente, no dio señal alguna de tener intención de volver. Por tanto, el hombre se agachó para recoger los guantes de Stiles con un suspiro de frustración.

Y entonces lo vio.

Estaban agujereados.

Hit Me [STEREK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora