El sábado por la tarde, no muy entusiasmada, asistí a la reunión de adolescentes.
Había llovido toda la mañana y pensaba que las calles estarían demasiado inundadas para ir, pero cerca de medio día el agua paró y el cielo de despejó, así que no tenía excusas para faltar.
Mi amiga Carla, no asistiría porque tenía el cumpleaños de su abuelita, así que, de antemano, sabía que ese, sería un sábado solitario y aburrido.
No me llevaba con el resto de las chicas y menos con los varones.
Ellos son brutos, a veces crueles y malolientes. Ninguno me tiene en cuenta para jugar y menos para charlar. Así que de la misma manera, los ignoro para devolverles el favor.
Una vez terminada la reunión comenzaron los juegos.
No tenía ganas de correr esa tarde, y menos de ser esa chica a la que nadie elije, así que simplemente me alejé del grupo saliendo al patio y buscando un banco donde poder sacar mi block de notas y continuar con mi amada historia.
Participar de este concurso era algo nuevo para mí. Tener que inventar una historia corta y presentarla a mano, había sido todo un desafío. La inspiración no tardó en llegar y cuando comencé a escribir, ya no podía parar. El personaje principal de mi historia se llamaba Ana Black, ella estaba infiltrada como espía para atrapar a delincuentes en colegios secundarios. Su carácter era decidido y fuerte, Ana era todo lo que me gustaría ser realmente. Solo me faltaba cerrar algunos párrafos del último capítulo y estaría lista. Llevaba semanas trabajando en esos manuscritos que el martes debía presentar.
Estaba tan concentrada con mis nuevas ideas que no me percaté de la presencia de Enzo que me observaba puesto de pie unos metros de mi lugar.
— ¿Qué haces "geniecito"?
Levanté la vista para encontrarme con la mirada divertida del muchacho.
— Deja ya esos libros. ¡Hey! Vamos a jugar.
—No tengo ganas—respondí mientras regresaba toda mi atención al cuaderno.
— ¿Qué tanto escribes?—insistió— ¡No me digas que haces tarea hasta los días sábados!
—Cosas mías.
—Eres odiosa y mal humorada.
No me molesté en levantar la mirada. No iba a responderle. Ese muchacho jamás comprendería lo que estaba haciendo. Pensé que si lo ignoraba pronto se aburriría y me dejaría en paz.
Enzo tiene una fama bastante mala. Siempre tiene problemas en la escuela, se llevaba muchas materias y varias veces se había enfrentado hasta los golpes con algunos adolescentes.
Es el típico chico malo que todos respetan por imposición.
Continuaba sumida en mis pensamientos cuando de golpe el cuaderno me fue arrebatado de las manos.
— ¿Qué haces? ¡Devuélvemelo!—exclamé enojada.
—Primero déjame leer un poco—bromeó el alto muchacho que levantando el cuaderno lejos de mi alcance, se divertía de verme saltando intentando alcanzarlo.
— ¡Basta Enzo! Esto no es chistoso.
—Si lo quieres tendrás que quitármelo.
— ¡Dame mi cuaderno!
En medio de la lucha por recuperarlo, Enzo tiró el cuaderno por el aire y justo fue a caer en medio de un gran charco de agua y lodo.
Los dos nos quedamos rígidos en nuestro lugar.
El comenzó a reír mientras decía: —Esto fue tu culpa, debiste dejarme que lea algo, te lo hubiera devuelto sin problema.
Mis ojos se inundaron de lágrimas. Lágrimas de bronca, de impotencia, de frustración.
No dije nada.
Crucé una dura y triste mirada con él, levanté el cuaderno completamente empapado y corrí al baño.
—Oye, lo siento—llegué a escuchar a lo lejos que Enzo se disculpaba.
De nada servían las palabras. De nada servían las disculpas.
— ¡Lo odio! ¡Lo odio! ¿Por qué los hombres tienen que ser todos unos tarados?—grité en la soledad del pasillo.
Miré el cuaderno completamente arruinado, intenté secarlo con papel higiénico, sacudiendo el barro pegado en las hojas, pero era imposible, estaba completamente destruido. No podía presentar algo así.
Un sollozo se ahogó en mi garganta.
Las lágrimas seguían cayéndome por el rostro.
—Es solo un tonto concurso—me dije a modo de consuelo— la historia está en mi mente y puedo escribirla de nuevo, habrá otras oportunidades de participar... esto no me detendrá, no dejaré que me afecte, no le daré con el gusto— me miré al espejo y sequé las lágrimas que aun quedaban en mí rostro.
Llena de bronca tiré el cuaderno con mi amada historia, el trabajo de esas semanas, en un gran cesto de basura.
Pasé por el lado de Enzo que permanecía de pie en la salida de los baños.
Lo fulminé con mi mirada y seguí mi camino hacia dentro del salón.
Una vez terminada la reunión el líder dio los anuncios. Entre los cuales nos recordaba que faltaban solo tres semanas para el campamento de invierno.
El próximo sábado debía traer las autorizaciones y parte de la plata.
Todos se veían entusiasmados de ir. Hacían planes de la serenata, noche de disfraces, cena de gala y todo lo que siempre sucedía en los campamentos.
Yo no compartía aquellas emociones.
Si pudiera elegir, no iría.
No quería tener que soportar a Enzo durante los siete días, y la verdad, me sentía incomprendida por la mayoría, así que lo mejor para el bien de todos, sería que no fuera.
Pero debía convencer a mis padres de no enviarme.
Busqué mi campera, estaba por salir a esperar a mamá que me recogería, cuando la gran figura de Enzo se puso nuevamente en mi camino.
— ¿Sigues molesta?—preguntó bloqueando mi paso.
— ¿Por qué debería estarlo? ¡Ah cierto! ¡Porque arruinaste mi cuaderno! Porque me trataste como a una tonta en el patio y te burlaste de mí... si quizás debería estar molesta... ¿verdad?
—Dije que lo siento—agregó riendo.
—No es divertido para mí. Ese cuaderno...
Las lágrimas amenazaban con salir nuevamente, pero no iba a darle con el gusto. Respiré profundo y mirándolo directo a los ojos solté:
—Olvídalo Enzo. No lo entenderías.
Pasé por su lado golpeando contra su cuerpo con el hombro y salí a la vereda donde mi madre pronto me recogió.
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MISIÓN Campamento
AdventureNovela Cristiana. COMPLETA Giuly es una adolescente imaginativa y soñadora. Frente al desafío de un campamento con un grupo de chicos que la rechaza y excluye, tomará la postura de ser un "Agente Secreto" trabajando para Dios. Buscará las maneras...