El domingo en la iglesia, el único tema de conversación era el campamento.
Los adolescentes estaban ansiosos y felices de que el próximo viernes por la noche nos iríamos de campamento.
Las vacaciones de invierno comenzaban y junto con ella el campamento.
Cuando terminó la reunión me dirigí al baño.
Escuché que alguien vomitaba en el baño de al lado.
Me quedé en silencio sentada esperando averiguar quién era la chica que se sentía mal.
El agua del inodoro se escuchó con fuerza y la puerta del pequeño baño se abrió. Pude distinguir unas botas negras que pasaron por delante de mi vista y la chica que estaba allí fue directo al lavado.
Pensé en preguntar si necesitaba ayuda, cuando alguien más entró.
—Hola Renata ¿Estás bien? —distinguir la voz de Nadia. Ahora sabía que quien estaba allí era Renata. ¿Qué sería lo que le pasaba?
— Sí, todo bien.
Mintió, ella no estaba bien. ¿Por qué no quería pedir ayuda?
— ¿Vas al campamento? —le preguntó Nadia para sacar conversación.
— Si por supuesto, estoy tan emocionada.
— Ya quiero estar allá disfrutando de unos hermosos días, la vamos a pasar genial, aunque escuché que va a hacer bastante frío, habrá que llevar mucha ropa de abrigo.
— Uff—protestó Renata— odio del invierno tener que ponerme tanta ropa, me hace ver obesa.
— ¿Qué dices? Te ves bien— le respondió Nadia.
— ¡¡Estoy hecha una vaca!! ¡¡Tengo dos kilos de más!! Y el tener que usar camiseta y sweater no ayuda a mi imagen.
Me quedé en silencio mientras las dos salían del baño continuando con su conversación
Algo en mi interior me decía que debía estar más atenta a Renata, en la escuela habíamos estudiado sobre la bulimia y la anorexia, sabía que muchas chicas de nuestra edad se obsesionaban por el físico y lo peligroso que eso podía ser.
Mi relación con Renata nunca había sido buena, pero comprendí que por alguna razón Dios me había puesto en ese momento en el baño y me permitió escuchar aquella charla.
Salí con precaución para que ninguna de las dos me viera y una vez en el patio busque a Carla. Estaba charlando con Vicky, seguramente del campamento.
El frió me hizo estremecer y recordé que mi campera estaba en el salón. Entré derecho al banco donde la había dejado y a mis espaldas un teléfono sonó.
Estaba sobre el banco.
Seguramente alguien lo había olvidado.
Me levante con rapidez y lo tomé entre mis manos.
¿Quién sería su dueño? ¿Debía atender?
Quizás quien lo había perdido estaba llamando desde otro teléfono para encontrarlo...
Toqué la pantalla y respondí:
— Hola hijo, pensé que no ibas a atenderme— dijo una voz femenina del otro lado, y antes de darme tiempo a decir algo continuó diciendo— se que estás muy enojado conmigo, pero necesito que me escuches... por favor, ya no aguanto tu rechazo...Enzo, hijo, ¿Cuándo podemos hablar? Necesito verte.
¡Oh... era el teléfono de Enzo!
Toqué la pantalla para cortar la conversación de inmediato.
Mi corazón parecía querer salir de mi pecho.
— ¡Oye! ¿Qué haces con mi teléfono? —dijo la voz grave del muchacho a mis espaldas.
—Yo... yo— tartamudee.
—Seguramente curioseando mis mensajes... ¿Qué quieres ver geniecito?
—Yo solo vine por mi campera y escuché que sonaba...
Enzo desvió su vista a la pantalla.
— ¿Quién era? —preguntó molesto.
¿Qué debía hacer? ¿A caso debía decirle que su mamá lo había llamado?
Podía sentir la bronca y el odio en su mirada.
— ¿Quién era? —volvió a insistir.
La puerta del salón se abrió y mi mamá apareció junto con una amiga.
—Te estaba buscando— me dijo sonriendo— ¿Nos vamos?
—Si seguro— respondí tomando mi Biblia y alejándome de Enzo.
¡Me había salvado!
Solté un suspiró y caminé a su lado.
Enzo no me apartó la mirada. Tenía el celular en sus manos tan fuertemente apretado que parecía querer romperlo.
Agradecí tanto que justo ese domingo mis padres tuvieran apuro de regresar a casa y que no fuéramos los últimos en cerrar la iglesia como muchas veces sucedía.
Todo el camino de regreso mi mente recordaba aquella voz suplicante de la mamá de Enzo. ¿Por qué se negaba a verla? ¿Por qué no quería hablar con ella?
Un mensaje llegó a mi celular interrumpiendo mis pensamientos. Era un número desconocido.
Mi corazón se aceleró nuevamente al leer las palabras del mensaje: "Si hay algo que realmente me molesta es la gente chusma y metida... Te salvó la campana Geniecito pero tenemos una charla pendiente... no creas que esto quedó así."
No podía ser nadie más que Enzo.
¡Vaya lío en el que me había metido!! ¿Por qué tuve que atender ese teléfono? Sabía que en algún momento del campamento sucedería aquella charla.
No tenía miedo. Enzo podía ser todo un patán pero no era alguien violento. Me sentía preocupada. Nadie puede estar bien y no hablarse ni verse con su madre.
Ya tenía dos misiones para este campa: Debía estar atenta a Renata y si se repetían estos episodios de vómitos... y la charla con Enzo sobre su madre.
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MISIÓN Campamento
AdventureNovela Cristiana. COMPLETA Giuly es una adolescente imaginativa y soñadora. Frente al desafío de un campamento con un grupo de chicos que la rechaza y excluye, tomará la postura de ser un "Agente Secreto" trabajando para Dios. Buscará las maneras...