Un huracán llamado Key

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Minho bajó la última carta y permaneció callado, asombrado y con el estómago revuelto por todo lo que acababa de leer, en sus piernas reposaban las fotografías polaroid que venían incluidas en cada sobre, su corazón latía estrepitosamente anunciando que si seguía así podría darle un paro cardíaco.

Kibum, Key... El rubio perfecto que le encantaba, aquél ser que le gustaba por ser como un pequeño gato meloso. Aquel ángel que llegó a su vida para iluminar su oscuridad, un ángel que cayó en los brazos del demonio para jugar con su corazón y lo peor era saber que no tuvo remordimiento alguno por largo tiempo, hasta ahora.

—Un bebé. —Decir aquellas palabras causaron que su estómago se estrujara con fuerza.

Fue demasiado el impacto causado, era una avalancha cubriéndolo por completo porque Kibum estaba esperando un hijo suyo pero entonces ¿Dónde estaba? ¿Por qué había desaparecido sin exigir o atarlo debido al embarazo?

A su mente acudió el recuerdo de los días que pasaba con él, las tomadas de mano, los besos pasionales y las tardes de calor sofocante debido a los salvajes movimientos que sus cuerpos causaban, recordó también aquella última vez en la que se fundió con el cuerpo ajeno y se perdió en la mirada felina al darse cuenta de algo importante.

Choi Minho se había enamorado.

¿Qué había hecho entonces?

—Si me enamoro entonces pierdo, jugaran conmigo y romperán mi corazón. —La excusa nació de sus labios pero no fue lo suficiente para burlar su corazón.

Con manos temblorosas se levantó y sacó de la caja los regalos que anteriormente le había preparado Kibum, el sentimiento de extrañeza y temor se hicieron presentes cuando sacó el pequeño enterizo de bebé, lo palpó y acercó a su nariz para olfatear el suave aroma que le recordaba a Kibum.

Cerró los ojos recordando también lo enfermo que se había puesto su antiguo acompañante, aunque pasó desapercibido para él sabía que algo raro estaba pero nunca indagó porque jamás le interesó.

Tomó la carta final entre sus dedos y leyó de nuevo, frunció el ceño curioso al leer la afirmación respecto a que se acostaba con todos cuando la realidad era otra.

Minho solo había cruzado la línea con Kibum y nunca se había preguntado por qué, de entre todas las personas con las que salía, solo con Key había dado ese paso sin ser consciente y pese a ser un conquistador era fiel creyente de que mantener relaciones sexuales era otorgar el amor físico, no podía negar que Kibum era entregado y amoroso, le fascinaba ser abrazado por esos delgados brazos que prometían más que una simple caricia.

Recordó también aquella pelea que había tenido con Siwon y le pareció de lo más extraño que su antiguo mejor amigo lo acusara de ser un idiota, aquel día de su cumpleaños todo fue monotonía para Minho, ni siquiera recordaba que cumplía años hasta que en su camino rumbo a su villa se encontró con un muy bonito chico que le causó curiosidad por verlo afuera de su puerta.

—¿Hola? —Minho arqueó una ceja ofreciendo una coqueta sonrisa.

—Minho, te he estado esperando.

—¿Cómo para qué?

—Hoy es tu cumpleaños. —El joven sonrió coqueto y se atrevió a deslizar una mano por la puerta de madera blanca— ¿Podemos pasar?

El moreno permaneció dubitativo unos segundos, no perdía nada con entrar a su villa para descubrir el único regalo que le sería ofrecido, ignoró que había un bonito rubio esmerándose en crear el mejor cumpleaños para él por lo que abrió la puerta y se adentró junto con el joven.

Cartas a un amor no correspondido «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora