No te Esperaba

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En un bar, son muchas las relaciones que se pueden iniciar. Relaciones furtivas, amorosas, de amistad, o sólo de diversión para el momento. Algunas duraderas y otras, tan efímeras como un suspiro. Algunas se ven venir y otras, son tan sorpresivas, que nadie las cree.

Este relato cuenta la historia de dos personajes que pertenecen a dos relatos diferentes, pero que por esos hilos que se tejen en un lugar en común, se encuentran más allá de la mera coincidencia en un mismo lugar.

Se tratan de Esther (relato original "Vivir otra vez") y Marcela (relato original "Llegaste tú y todo cambió").

Esther, para quienes no la recuerden, tuvo una participación pequeña en el relato "Vivir otravez", pero su participación fue crucial para el desenlace de la historia. Es una mujer misteriosa para todos los que la conocen, pues a pesar de conocer a muchísima gente, realmente son muy pocos los que la conocen en ver. Es del tipo de persona que tiene muchos conocidos, pero muy pocos amigos, sin embargo, la historia deja ver, que los pocos que cuentan con su amistad, cuentan con su incondicionalidad.

Compartiré un fragmento de su participación en el relato para que hagan un poco de memoria sobre quién es ella.

"Fui al bar al que solía ir años atrás, no era muy grande, pero tenía lo que necesitaba, una barra donde sentarme y tomarme un par de tragos. Para mi fortuna, no había nadie conocido esa noche exceptuando Esther, la barman, quién de tener tanto tiempo trabajando allí, casi casi podía considerarse como propietaria del local. Durante las noches de juerga con mis amigas, Esther siempre estaba pendiente de nosotras, nos atendía y nos cuidaba cuando veía que nos pasábamos de tragos o si había algún cliente que buscaba problemas, así que se convirtió en parte del grupo. Cuando pasó lo que pasó tres años atrás, ella estuvo a mi lado ayudándome en lo que pudo. Sin embargo, mi amargura y mis deseos de alejarme de todo y de todos, hizo que finalmente tirara la toalla y me dejara tal y como quería, sola.

Nadie sabía la edad de Esther, pero debía estar alrededor de los 45 años. No perdía su lozanía y mucho menos su atractivo. Con un cuerpo bien conservado y unos ojos negros de mirada profunda podía hacerte alucinar, sin embargo, nunca le habíamos conocido una pareja estable. Affaire al por mayor, pero nunca nadie estable.

Suspiré y tomé un poco más de mi trago antes de comenzar a contarle sobre Sara. De cómo llegó para volver patas arriba mi vida. De cómo en sólo unos minutos había logrado traspasar todas las barreras que había puesto a mi alrededor. De cómo se había convertido en mi aire para respirar. De cómo sin querer, me había enamorado de aquella chiquilla a la que le llevaba más de 10 años de edad. De cómo había destruido en un segundo todo el autocontrol que había logrado mantener desde que me había dado cuenta de lo mucho que la amaba y la deseaba. Me escuchó con atención como era su costumbre, sin embargo, al escuchar mi angustia por haber traicionado su confianza en mí, levantó su mano en señal de que dejara de hablar.

No traicionaste nada Elizabeth – Negó con la cabeza – Lo hubieses hecho de haber sido tú la que iniciara el beso, pero no fue así ¿cierto?

Me quedé callada pensando es eso. Era verdad, no había sido yo la que inició el beso... pero sí había sido yo la que lo había profundizado.

Tal vez no lo inicié Esther, pero sí lo profundicé y estoy segura que no era esa su intención.

¿Cómo lo sabes?

Porque ella no es así. A veces es impulsiva, sí, pero estoy segura que en ese momento sólo quería demostrar su alegría y emoción, sólo eso.

¡Ja!... no seas ilusa Eli por dios

No es ilusa, es sólo que no quiero pensar cosas que no son, ni hacerme ideas erradas de lo que pasó.

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