Capítulo cincuenta y uno.

970 64 32
                                    

A la mañana del día siguiente Altagracia cambiaba a la nena y nota un lunar en su espaldita, mira a Saúl que estaba dormido boca abajo al lado suyo. Le levanta la blusa y si, era el mismo lunar.

Matamoros la veía raro, no entendía el por que de la expresión en su rostro.

-Se encuentra bien Doña?--se acerca a ella

-Matamoros creó que Lucía no es hija de Trigve--levanta el rostro viéndolo

-Como? Esta segura?

-Lucía trae el mismo lunar que Saúl en la espalda--se miran y luego a Saúl

Matamoros le quita un poco de cabello y se lleva a Lucía para una prueba de ADN.

Unas semanas después en la penitenciaría

-Trigve tienes visita--anuncia el celador

-Quien?--se levanta dudoso

-Una mujer muy bonita--sonríe-- Muévete que no tengo todo el día

Lo saca de su celda pasando por los pasillos, los otros presos lo insultaban o chiflaban, el celador lo deja en un cuarto con una mesa y dos sillas, en una de ellas estaba sentada Altagracia, le dejan las esposas puestas a Trigve sentandolo frente a ella.

-No digas nada me repugna tu voz--le pasa los resultados de ADN-- Afortunadamente tu no eres el padre de Lucía

-Que...--su asombro era digno de una foto-- Nonono esos exámenes están mal, ella es mi hija

-No Trigve, Lucía es de Saúl trae el mismo lunar que el en la espalda, es suya

-No!--grita enojado-- Es mi hija

-Escuchame bien que no lo pienso repetir y mucho menos volver a esté lugar, te vuelves a acerca y yo misma acabaré con tu miserable--se levanta

-Lucía es mi hija y tu lo vas a ser aunque sea por la fuerza, saldré de aquí y iré por ustedes--sonríe

Camina a la puerta golpeandola, Trigve reía como un loco, de verdad el encierro lo estaba afectando. El celador le abre y ella se sale con prisa, detestaba ese lugar.

Matamoros la esperaba afuera apoyado en el coche, Al verla salir le abre la puerta.

-Tenías razón--dice ya una vez dentro-- El encierro está acabando con la poca cordura que le quedaba

-No le hizo nada verdad Doña?--la ve por el espejo retrovisor

-No el celador estaba pendiente de el, podemos irnos? Este lugar no me gusta--se recarga en el asiento

Matamoros asiente y se dedica a conducir a la casa, Altagracia baja la mirada a sus manos, sonríe al ver el anillo que Saúl le había dado.

-Ay Saúl a ti te toca cambiarle el pañal a Lucía--me queje

-Yo la cambié ayer te toca.

-Bien lo haré yo--bufo-- Más te vale Lucía que lo primero que digas sea mamá--la desvistó para proseguir con el pañal pero estaba limpio, veo sin entender a Lucía y en sus manitas estaba una cajita negra-- Que traes ahí mi cielo--tomo la cajita y ahí estaba el anillo

-Te casas conmigo?--escucho la voz de Saúl trae de mi y me giró, estaba arrodillado, lo miro aún sin procesar bien las cosas-- Sandoval si o no? Me duelen las rodillas

-Si--río-- Si viejito--me agachó a su altura-- aceptó casarme contigo--lo beso

-Viejito?--me mira indignado y empieza a hacerme cosquillas

-Nooo Saúl basta--pido entre risas-- Piedad

-Pideme perdón y dame un buen beso--aumenta las cosquillas

-No!--chillo riendo

-Ah no?--continua haciendome cosquillas haciendo que me doliera la panza de tanto reír

-Está bien está bien, PERDÓN--consigo decir entre risas

-Mi beso--para las cosquillas y se me queda viendo

-Deja me recuperó casi me muero--digo dramática y amenaza en volver a hacermelas-- Nono--me le tiro encima dándole un buen beso

Regreso a la realidad cuando noto que estaba cerca de mi casa, sin darme cuenta traía una sonrisa pendeja en el rostro pues al fin lo tenía todo.




Fin

Aquí Vamos Otra Vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora