Una historia donde la espera y distancia consigue romper el alma de los protagonistas, las ilusiones y aquellos sentimientos que creyeron eternos.
Taehyung se cansó de esperar, aunque inconscientemente lo siga haciendo con el pasar de los años.
Jun...
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Abril, 2019
—¡Esa se parece a ti!—exclama Taehyung, señalando con su dedo índice la figura casi deforme entre las nubes.
Jungkook que está acostado a su lado, rompe en risa debido a la gran imaginación que su novio puede poseer en ciertos momentos, tal cual es ese, en que solo permanecían en silencio observando la inmensidad del cielo azul desde la azotea del instituto.
—¿Por qué te ríes? Kookie malo, en serio se parece a ti. Mira—incita a observar—. Tiene largas orejas, y un rabito pequeño, tal cual, como un lindo conejito.
—Ah, Hyung. ¿Por qué sabía que usted iba a decir algo como eso? A demás, en nada se parece a mi, yo soy mucho más bonito que un conejo—dice con orgullo, con una gran sonrisa en sus labios que le hace notar sus dientes.
Taehyung que desde hace un rato atrás ya admiraba la gigante belleza que su amado posee, simplemente queda mucho más anonadado que antes al notar por vez mil quinienta esa sonrisa. Sencilla es la sonrisa más linda que ha visto.
—Eres tan hermoso, Jungkook—menciona con seriedad, logrando iluminar los ojitos del joven por ese cumplido lleno de amor y honestidad.
Él, un chico de 18 años que solo se considera una persona tan completamente corriente como ninguna, se siente el ser más afortunado del planeta tierra al poder llenarse de los halagos del que considera un ser etéreo. Kim Taehyung, es ese ser.
—Hyung~
El de cabello azul se carcajea por la tierna imagen de un Jungkook abochornado.
Sin poseer consideración alguna por la vergüenza ajena, se gira por el suelo para terminar sobre su regazo en un ágil movimiento, posando cada una de sus piernas alrededor de la estrecha cintura de Jungkook. Con una sonrisa hermosa, Taehyung acorta la distancia entre sus rostros y deja un beso en sus labios que termina con un pequeño mordisco en su belfo inferior.
—Eres incluso más hermoso que el mismo Lago Moraine, Kookie—ronronea, y deja otro roce que el menor recibe con gusto.
Cuando Taehyung se separa lo suficiente de aquel contacto, el azabache se toma el atrevimiento de enredar sus manos en su camisa para impedirle alejarse, manteniéndolo en su sitio para poder gozar de su respiración, y olor de menta que su boca posee.
—Hyung, usted es lo mejor que me ha pasado en la vida; por favor, por favor, jamás se separe de mi existencia—súplica en un murmullo, casi acariciando sus labios.
—Juro que eso nunca va a suceder.
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