Una historia donde la espera y distancia consigue romper el alma de los protagonistas, las ilusiones y aquellos sentimientos que creyeron eternos.
Taehyung se cansó de esperar, aunque inconscientemente lo siga haciendo con el pasar de los años.
Jun...
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Septiembre, 2024
Y verdaderamente no volverá.
Ese día que Taehyung se dio cuenta de aquello, era el cumpleaños número 24 de Jungkook. A pesar que durante mucho tiempo se negó a buscar entre los perfiles de los amigos del menor algún indicio de su presencia, ese día en particular lo hizo. Buscó y buscó, hasta que lo halló.
Sus ojos se llenaron de lágrimas de forma inmediata, su rostro... Dios bendito, él en serio casi había olvidado su rostro.
Sus facciones mucho más maduras, su cabello más largo, sus ojos negros de un brillante hermoso, y su sonrisa. Diablos, jura que la hubiese disfrutado más si la misma no tuviera dirigida a ese otro chico mucho más precioso que cualquiera. Si las manos que tanto palparon su cuerpo no estuvieran enredadas alrededor de otra persona.
Al igual que esa fotografía, muchas más fueron apareciendo con el pasar de los días, y sus ojos llorosos que prometieron nunca más llorar debido a Jungkook, incumplían su promesa al apreciar cuán feliz era el azabache sin él. Cuán hermosa era su sonrisa, y que tan idiota fue al creer que podría soportarlo.
Justo ahí, fue que comprendió que el verdadero final había llegado.
—Se feliz, Jungkook. Por favor, se feliz.
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