Una historia donde la espera y distancia consigue romper el alma de los protagonistas, las ilusiones y aquellos sentimientos que creyeron eternos.
Taehyung se cansó de esperar, aunque inconscientemente lo siga haciendo con el pasar de los años.
Jun...
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Diciembre, 2023
—Él... ¿Me recordará?—cuestiona Taehyung, con sus ojos fijos en la manera en la que su mamá realiza la mezcla para su pastel de chocolate.
Es diciembre, está nevando y su cumpleaños número 28 es justo hoy. Quisiera decir que se regocija por ser su día especial, pero al contrario de eso, solo nostalgia de esos dos únicos cumpleaños que pasó con él, es lo que siente. Sonríe. Justo ahora esos dos años se sienten tan poco, pero al mismo tiempo, los suficientes para poder sobrevivir diariamente
—Últimamente he pensado que tal vez, y solo tal vez, él aún me recuerda. Sé que dejó de enviar mensajes. Pero...
—Si es así, creo que no lo mereces—es lo que su madre susurra, sin dejar de hacer movimientos circulares con la paleta—. Kookie es un chico bueno, merece mucho más que unas cuantas promesas hechas en vano. Debe ser feliz.
Las comisuras de los labios del peliazul tiemblan al escucharla. A veces quisiera odiar a su madre por ser tan asquerosamente sincera, por amar tanto a Jungkook como un hijo... Por reprocharle, y no entender el porqué dejó de esperar por él.
—¿Por qué hablas como si no me importara? A mí también me duele, mamá. Prometimos estar juntos...-
—Y ya han pasado casi cuatro años desde entonces. Tú dejaste de responder sus mensajes desde hace dos años, y él se hartó de buscarte durante dicho tiempo. Él ahora debe estar intentando ser feliz. Hijo, no deberías ser tan egoísta como para pretender que él aún te recuerde. En vez de eso, debería preocuparte la carrera que no has finalizado. Sé que es tu segunda carrera, pero ya casi la acabas, debes poner un poco más de empeño en eso. Al menos cumple esa promesa.
—E-Eres cruel, Mamá.
—Soy realista.
—Creo que te odio.
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