Una historia donde la espera y distancia consigue romper el alma de los protagonistas, las ilusiones y aquellos sentimientos que creyeron eternos.
Taehyung se cansó de esperar, aunque inconscientemente lo siga haciendo con el pasar de los años.
Jun...
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Noviembre, 2019
—Jun-Jungkook...—Taehyung gime en aquella voz ronca que el menor tanto ama.
Las manos del azabache presionan su piel, dejando marcas de medialunas a cada lado de su cadera, al dar una embestida profunda en acompañamiento de los movimientos sobre su regazo.
Dios, Jungkook lo ama... Ama tenerlo de esa manera, sudando, dispuesto a cualquier cosa por unir sus cuerpo de manera desenfrenada, solo en busca de obtener un placer mutuo.
—J-Justo ahí... Si—pide.
Un gemido agudo en acompañamiento de un temblor, escapa de la garganta apretada del peliazul ante el gran estímulo que recibe su próstata de forma consecutiva y sin consideración alguna. Antes de poder recuperarse, ya las tiras delgadas de semen manchan el abdomen marcado de su pequeño, y la calidez del néctar de Jungkook lo deja lleno completamente.
Su rostro va contra el humedecido pecho del chico, tratando de regular su respiración con el paso de los segundos, más afligiendo mucho más que antes debido al silencio que los envuelve.
Quiere llorar, y no sabe a qué se debe.
Quizás sea a la pelea que se estaba llevando antes del arrebatado episodio de sexo que han tenido sobre el sofá, o porque nada se ha solucionado después de tan grandioso acto. No, definitivamente todo se debe al conocimiento de que este tipo de oportunidades ya no se podrán dar en el futuro...
A solo nueve semanas exactamente.
—Hyung... Las obras de arte no deben ser tocadas—son las palabras que rompen el silencio. Una pequeña sonrisa se forma en Taehyung, que solo puede apretarse más contra Jungkook—. Y yo no solo lo he tocado... También lo he robado.
—¿Qué fue lo que me robaste según tú?
—Su corazón.
—No, Kookie—niega con seguridad—. No puedes robar algo que es tuyo; porque fueron tus manos quienes me hicieron a mí, una insípida obra que solo ocupa un lugar al final de un solitario museo. Pero no importa si muchas personas pueden apreciar mi significado, si mi artista permanece siempre de pie, admirando el gran trabajo que hizo. Eso eres tú para mí... El mejor artista, el único que necesito que me mire.
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