Como era de esperarse tras haber escapado de mi hogar me costó un sermón de los más depresivos por parte de mis padres, llorando y gritando mientras me decían que habían imaginado millones de cosas como secuestros, que estaba embarazada y que había huido, o que pretendía suicidarme, creo que esas ideas me parecían tan lejanas. Tras contarles sólo algunos de mis detalles sobre mi fuga tuve que abstenerme de salir y ser recogida en el colegio; lo mejor fue que no tuve que sufrir con la comida, esa salida me había gustado, la resaca que me había dejado el vodka se borró con un jugo de arándanos.
Tras ya una semana completa de castigo comenzaba aburrirme, no podía escapar de nuevo ya que mi padre había puesto mayor seguridad en mi ventana, barrotes similares a los de las cárceles contrastaban mi jaula. A pesar de tener a mis eternos y fieles amigos los libros no se comparaba con el contacto humano mínimo por el teléfono o el internet.
Abrí un cajón donde guardaba mis objetos más personales, busqué mi libro favorito de ángeles para darle una hojeada; cuando miré la cápsula que se ocultaba en la esquina arrinconada entre mis lápices, la tomé con suavidad, tenía un poco de agua por lo que no me sería difícil probarla; pero si era una droga ¿sería la dosis suficiente para volverme adicta o la dosis correcta para matarme?, que posibilidad había de que un extraño tratara de envenenarme en un bar que diablos.
Tras ingerirla tomé el vaso completo de agua, me senté en mi silla favorita que daba hacia la ventana, miré mis manos para esperar verlas borrosas o para comenzar alucinar, pero ningún efecto me causó.
—Porquería —dije tomando mi libro del autor favorito Aly, un autor que escribía sobre ángeles y guerras, me lancé a la cama esperando terminar con mis dudas con la historia.
Encendí la lámpara del buró para iluminar mi lectura, era un fastidio que algo a lo que le temiera y me atemorizaba no surtiera ningún efecto, pero ese extraño tenía la culpa para qué ofrecerme algo, sería para ahuyentarme.
Le daba mucha importancia acaso... ¡Dios qué me ocurría!, el libro resbaló de mis manos mis parpados pesaban, ¿qué diablos me pasaba?, traté de gritar acaso estaba a punto de morir, ¡Madre perdón! ¡Padre, debí escucharte!... tras unos segundos de pánico que no me sirvió de nada me perdí.
Un laberinto oscuro y tenebroso que se agitaba con un fuerte viento, estatuas de gárgolas dibujaban rostros llenos de ira, una fuente al frente de una mansión arrojaba un moho que bajaba por su estructura de mármol, ¿qué hacía en ese lugar? La lluvia fría comenzó a punzar toda mi piel, tenía que buscar refugio la tétrica mansión era mi única opción; tras abrir la puerta corrí mientras las hojas secas me seguían con la fuerza del viento, cerré de golpe las enormes puertas de madera.
Tras un vistazo rápido vi aquel tétrico lugar lleno de polvo; parecía una película de terror, tenía que averiguar cómo había llegado a ese sitio, esa maldita droga le había dado la oportunidad a ese extraño de raptarme y llevarme algún sitio donde me asesinaría. Mi miedo crecía, busqué algo con que defenderme para cuando llegara el momento, nada más que hojas y sábanas recorrían el suelo, tomé una silla que sin pensarlo rompí para tomar una pata y prepararme.
Nunca había participado en una pelea pero no tenía miedo, si iba a morir en ese lugar sería luchado y no corriendo.
La puerta se abrió de golpe dejando entrar una ventisca que arremolinó todo el recibidor; una sombra se acercaba sin causar ruido deslizándose suavemente sobre las hojas muertas que no se rompían, ¿acaso era un fantasma? me oculté detrás de unas cortinas que oscilaban, lograba ver su silueta que revisaba el lugar, con determinación apreté el madero entre mis dedos y lancé un golpe que dio en la espalda de aquella entidad.
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Todas las noches que soñé contigo.
Teen FictionLa adolescencia es una de las etapas más difíciles en la vida de una chica, la protagonista de esta historia intenta superar la perdida de un ser querido, junto a sus amigos intenta encontrar la felicidad, un día conoce a un extraño que le obsequia...