Capítulo 6

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Como siempre el viaje al mundo de mis sueños era rápido con esa cápsula, ahora me encontraba en las montañas con un paisaje blanco y frío, la nieve crujía bajo mis pies con cada paso, el viento era limpio me daba la sensación de que mis pulmones sucios por la ciudad se descontaminaban; con una canción en el aire al chocar con las rocas me relajaba, al recostarme sobre la nieve cerré los ojos y pensaba en todo lo sucedido si pudiera reparar las cosas desde ese lugar, escribir que todos olvidaran la última semana y arrojar el papel al suelo, así James y Vincent estarían felices y tal vez juntos.

—Creo que deberías de abrigarte un poco —murmuró una voz que me miraba con curiosidad.

—Podría crear un hermoso abrigo, pero sería una pérdida de papel.

—Tu piel contrasta con la nieve perfectamente, pareciera que están hechas del mismo material, dime ¿por qué tu semblante está tan apagado? —preguntó el barón Azaril.

—Porque la realidad es un asco, sólo provoco dolor y sufrimiento a todos los que se me acercan —respondí mientas mis lágrimas rodaban sobre mis mejillas convirtiéndose en perlas de hielo.

—Creo que no sería conveniente decir que sufro cuando no estás aquí.

—¿Acaso soy una mala persona? metí en muchos problemas a mis mejores amigos, ahora me siento sola en la escuela.

—Eres de las personas con un corazón puro, siempre son quienes más sufren por estar ahí para todos, muchos se aprovechan de su bondad, pero aunque no lo creas hay más corazones blancos que podridos —me dio su mano para ayudarme a levantarme.

Al levantarme un frío beso me hizo sentir un poco mejor, le estiré la mano para darle dos hojas de papel y un bolígrafo, el los tomó para escribir enseguida y arrojar el papel hacia la nieve hundiéndose y transformando el entorno con destellos de colores que parecían fotografías que se sobreponían sobre el dibujo de las montañas.

Una hermosa plaza se creó, con bancas y árboles, incluso un pequeño kiosco en medio, varias personas caminaban de un lado a otro, por un momento creí que estaba en el mundo real hasta que un pequeño niño me atravesó.

—Aunque no lo creas se parece mucho a la realidad, la gente pasa de un lado a otro ignorando a todos a su alrededor, no ayudan al necesitado, están absortos en su mundo.

—En la realidad son más crueles que estos fantasmas, a veces sólo quieren lastimar para sentirse felices —dije recordando los problemas que habían causado con Vi y James.

—Puede que si, por eso sólo visito tu mundo en breves ocasiones, este lugar es mejor donde todo lo que ves es creado por tu mente.

—Si visitas mi realidad, ¿por qué nunca te he visto? —pregunté.

—Tal vez apenas te he rozado, pero sí te recuerdo —contestó el barón apretando mi mano.

—Espero un día que estés cercas te presentes, eso me alegraría y me confirmaría que no estoy loca como a veces pienso.

—Tu locura es de la más hermosa de todas —dijo el barón Azaril comenzando a caminar de un lado a otro por la plaza.

Tras ver varias neverías, me decidí por un helado de un anciano que empujaba su carrito con fatiga, me sorprendía el realismo, tras tomar el cono nos sentamos en unas gradas que llevaban a un majestuoso templo, observaba fascinada el detalle en cada aspecto, acaso la memoria era tan hábil que podría crear cada aspecto, si hubiera sido yo quien escribió ese lugar toda la gente tendría el mismo rostro y ropa.

—Tu mente tiene la capacidad de guardar cientos de rostros, ninguno lo cree yo todos los tomé de tu memoria para que te pareciera más familiar.

—Pero este lugar nunca lo había visto.

—El lugar lo dispuse yo, es un pueblo tranquilo y hermoso que visito mucho —dijo dibujando una sonrisa con varios recuerdos.

—¿Qué podré hacer para reparar el daño que le causé a mis amigos? —dije esperando un sabio consejo.

—La solución de cualquier problema es tiempo, y barajear tus palabras correctas en el momento justo, puedes sanar heridas y abrir mentes —contestó.

—Quisiera que tú pudieras ayudarme.

—Yo también pero no puedo intervenir, mejor concéntrate en tu presente y deja que el futuro te alcance, sabrás el momento adecuado para reparar todo.

Un pequeño tren rodeaba la plaza, con varios niños abordo esperaba comenzar su viaje, Azaril me llevó de la mano para dar un breve paseo en él.

Los portales con varios comercios atraían mi curiosidad, un par de fuentes me llamaron la atención, con luces y el agua que danzaba con una melodía lejana que sonaba en los altavoces, la otra fuente con una garza en su cúspide salpicaba a los transeúntes que iban desprevenidos.

Azaril suspiraba con cada vuelta, se notaba su cariño a esa ciudad, miraba la enorme cúpula mientras sus ojos brillaban. Tras olvidarse de mí por algunos segundos regresó su mirada a mí con una sonrisa.

— ¿Eres un ángel? —pregunté sin rodeos al pasar por mi mente esa duda.

—Ja, ja, ja, ¿a qué viene eso?, bien pues podrías llamarme así si lo deseas podría ser algo parecido —sonrió.

—Creo que eres como un ángel de la guarda, como esa oración que me hacía decir mi abuela —recordé.

—Siempre han existido muchos nombres para nosotros —clavó su vista en el cielo.

—Entonces ¿hay más como tú? —pregunté.

—Sólo similares, pero como yo no exactamente también tenemos personalidades, pero nos rigen las reglas.

—¿Y por qué te acercaste a mí?

—Quisiera decir que era como una misión, pero no es así, tu forma de ser me atrajo hacia a ti, tu chispa cómo decirlo de otra manera tu vitalidad.

— ¿Misión?

—Creo que es todo lo que puedo decir, mejor realicemos un paseo antes de que despiertes—esquivó mis preguntas.

El paseo se prolongó por más tiempo visitando unas hermosas cuevas en las que no supe en qué momento entré, el aroma de tierra húmeda impregnaba el aire: al avanzar miré varios cristales que brillaban con distintos colores claros, según una breve explicación de Azaril estábamos debajo de aquel pueblo, era un laberinto con un interior de arcoíris.

—Tenían la idea de que en estos túneles está sepultado un dragón —dijo Azaril sacando un cristal de la pared y usándolo como linterna iluminando las posibles rutas.

—¡Los dragones no existen! —reí.

—Te sorprendería saber las cosas que existen en realidad —contestó mientras salíamos hacia una hermosa cascada.

La brisa fresca y un hermoso paisaje lleno de vida me sacó varios suspiros, nos sentamos en una banca para admirar la vista, nuestros dedos jugaban entre sí, el agua espumosa contrastaba con toda la vegetación.

—Creo que ya es tiempo de que despiertes —dijo Azaril dándome un pedazo de papel y un plumón.

— ¿Acaso me estás corriendo de mi propio sueño? —sonreí.

—Claro que no, este es tu lugar, sólo que creo que tus cinco minutos más están por terminar.

—Bien, nos veremos pronto.

—Eso espero, que mejoren tus problemas y que dejes tu mente en paz para poder dormir en paz sin necesidad de sueños encapsulados —dijo antes de darme un corto beso.

Al pasar por el arco de piedra desperté en mi habitación, la luz del sol entraba por mi ventana, tomé mi celular con esperanzas de un mensaje de mis amigos, pero nada, sólo algunas notificaciones tontas de mis redes sociales. Me senté en la orilla de mi cama pensando en lo duro que serían estos días en el colegio sin ellos.

Todas las noches que soñé contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora