Capítulo 13.

562 37 0
                                    

Mi primer cigarrillo dibujaba serpientes que se elevaban hasta el cielo, los primeros "golpes" que le di me habían hecho toser, pero ahora podía presumir la práctica de alguien que consumía una cajetilla diaria; nunca había fumado por todos aquellos mensajes del cáncer, siempre lo había visto como algo de lo más irresponsable pero este día me estaba ayudando para calmar los nervios que sentía, hace unos minutos había terminado el ensayo general en el auditorio.

Las lágrimas me habían saltado, me impactaba que aquello que había escrito se viera tan real, como en mis sueños en los que escribía y se concedía al instante el deseo. Unos pasos me alertaron, arrojé el cigarrillo hasta un cesto de basura, había olvidado apagarlo, pero cuando intenté meter mi mano entre la basura vi al maestro que con los ojos llenos de lágrimas se me acercaba dando unos pequeños aplausos.

—Es hermoso, una obra que trascenderá —declaró mientras se sonaba la nariz con un pañuelo.

—Gracias, pero de no ser por usted esto no se estaría llevando a cabo —sonreí.

—Olvídate de mí, cualquiera que tuviera un poco de cerebro se daría cuenta del mensaje que imprimiste en ese guion —afirmó tajante mirándome con sus ojos enrojecidos.

—Bien aceptaré sus halagos, pero sólo esta vez, espero sea la última —dije soltando una risita.

—Espero que tus padres y tus invitados de honor asistan, si llegaran a faltar te ayudaría a arrancarles los ojos.

—¡Vendrán, estoy segura!

—Abriremos sus mentes y sus ojos, si me das permiso puedo...

Una pequeña llama se levantó entre la basura, el maestro dio un respingo y sin pensarlo corrió al interior, tras unos segundos reapareció con un extinguidor, con un torrente de espuma sofocó el fuego, y con un suspiro se giró hacia mí.

—No eres la primera ni la última que incendia ese bote de basura Zoé.

Con un largo vestido violeta con adornos rojos y blancos me hacían caminar de un lado a otro en la sala de la casa, giraba y levantaba las rodillas a petición de mis padres, me sentía como un ganso bastante torpe marchando sobre unos pequeños tacones, mi madre tomaba varias fotos mientras aplaudía, mi padre sugería bajar un poco el vestido para cubrir un poco más mis piernas, e insinuaba hacer algo de emergencia con el escote que mi madre defendía que era algo maravilloso.

—¡Se ve preciosa!, no irá a ningún baile con nadie para que pongas esa cara, ella es la escritora de este guion, tiene que verse lo más hermosa posible —dijo mi madre.

—Pero no tiene que enseñar tanta piel.

—Opino lo mismo que mi padre, creo que es un poco exagerado.

—No discutan conmigo ni los dos juntos podrían hacerme cambiar de opinión, te ves más hermosa de lo que yo me veía a tu edad.

—Eso es cierto, sólo espero no tener que pelear con ningún chico que te mire por mucho tiempo.

—Esta es la noche más importante de mi vida, arreglaré mis errores y tendré una cita con alguien especial.

—Espera, espera, espera... nunca mencionaste ninguna cita, ¿de quién estamos hablando? —preguntó mi padre mientras su rostro cambiaba de color.

—Es alguien que conocerán, pronto no se preocupen.

—Que no me mires a mí, ni yo sabía esto, pero me da más alegría —añadió mi madre.

—Sólo espero que seas responsable y que te haga sentir feliz.

—Es el único que me ha mostrado la felicidad.

Todas las noches que soñé contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora