the purge - hyunin

01.00

felix con la oscuridad del lugar no podía ver nada, menos a la persona que estaba adelante de él. buscaba de cierta forma poder liberarse de ese fuerte agarre, pero estaba totalmente sometido.

— mmm. —era lo único que podía decir, su boca está tapada con la mano contraria.

— lo lamento, en serio lo lamento. —el peso de una cabeza en su hombro lo alivió, más cuando escuchó la voz de aquel azabache que tanto le gustaba— pensé que era el único idiota que sentía cosas por el otro, tenía miedo de arruinar todo. —sacó la mano de la boca de felix, quería que le dijera algo.

— pero si decías que ser homosexual era una asquerosidad, siempre lo dijiste.

— sé lo que dije, esas cosas no las olvido, claro está. te juro que dormí muchas veces pensando en ti, si era malo sentir algo por mi amigo, más siendo cuando ambos somos hombres. tú estabas igual, nunca nos atrevimos y perdón por eso, pero no soy tan fuerte si trata de ti. también tengo que pedirte perdón por todas las ocasiones que te hice sentir una mierda acostándome con cualquier chica, engañando mi propio corazón, siendo que sólo quería tenerte a ti.

— no sabes cuanto sufrí. muchas veces esperé que llegara este preciso momento, dejé el optimismo de lado, pensé que sería un sueño frustrado. —rió— pero, ¿por qué debo ser yo el que da el primer paso siempre? —posó sus manos en el escultural pecho de changbin— ¿por qué me gustas tanto, binnie? —buscaba sus labios y respiraba cerca de los belfos contrarios, aún no era el momento, pero ambos estaban sedientos por ese beso.

— no lo sé, lindo. tú me gustas mucho más, pero no me preguntes la razón, no ahora. te diré una cosa, con sólo que tú existas, ese simple hecho hace que cada día me enamore más de ti. —lo besó, sus labios danzaban coordinadamente, ambos sonrieron entre el beso.

— ¿y minho? —se separó unos segundos.

— que se joda, precioso, ahora seamos sólo tú y yo.

los besos no se detuvieron, menos se iban a detenerse cuando comenzaron a bajar de manera lenta y tortuosa por el cuello del pecoso.

. . .

— ¿cuál es tu maldito problema con que yo sea gay? dímelo, deberías darme al menos una razón. —él menor era el centro de atención de la mayoría.

— que cosas como tú —lo empujó, dejándolo tambaleando— son un desperdicio de oxígeno.

— el único problema acá eres tú, seojun. no aceptas las cosas nuevas, eres solo un idiota que piensa que es superior a todo el resto. manipulas a casi todo el mundo para tu antojo y si no es así les haces daño, ¿crees qué es lindo eso? chico, piensa que para eso tienes una neurona, no la desperdicies. acá el único sin cerebro eres tú, capaz tú eres distinto al resto y quieres buscar a otro para que nadie se fije en ti.

— ¿me estás llamando gay y que necesito de ti para no ser descubierto? imbécil, no soy un enfermito como tú.

— no es ser enfermo, tú lo llamas así. eres un pobre idiota que no entiende que el amor tiene muchas formas y colores. también pienso que lo eres por el simple hecho que no aceptas las cosas distintas, molestas a quien lo es para camuflarte, para que no sepan que lo eres.

— ¿quién mierda te crees hijo de puta? nunca sería así de estúpido. —lanzó el primer golpe cayendo arriba de jeongin.

— nunca digas nunca, seojun. —rió y se levantó con dificultad— no te tengo miedo, hoy todos podemos liberar nuestras bestias interiores.

— ¿bestia? ¿de qué hablas? —rió— ¿no me tienes miedo? —negó— ¿seguro? eso no dices cuando ruegas para que deje de golpearte. —eso ocasionó la risa de la multitud.

— ¿cuál es tu punto? ¿quedar como un chico malo en frente de todos cuando la mayoría sabe que debes tener tu lado sensible? todos los tenemos.

— pero yo no soy un marica, enfermo de mierda.

— está bien, me vale, todo de ti hoy, me vale. —sacó la pistola de su chaqueta— ¿crees qué hoy tendré miedo a matarte sabiendo que hoy todo es legal? —la gente se alejó por inercia— ¿crees qué me da pena volarte la cabeza de un disparo?

se sentía tan confiado, sentía que podría lograr todo y concluir su plan pronto, todo para ir con hyunjin rápido.

— puedes bajar eso, ¿puedes? —trató de tomar el arma.

— ¿quién es el que ruega ahora? —lo seguió apuntando con el arma— ruégame.

— esto es distinto, jeongin.

— ¡oh, te sabías mi nombre! después de tantos insultos pensé que lo habías olvidado. quiero que me supliques por tu miserable vida, quiero que lo hagas, seojun.

— yo quiero... —unos balazos ensordedores se escucharon cerca y no siguió hablándole al castaño— ¡corran! —les ordenó a sus amigos y huyó.

jeongin se quedó parado, su propósito se fue, se esfumó. los disparos cada vez se oían más cerca, mucho más cerca. él entró en pánico, pero quedó estático, hasta que una persona le dispararon, justo al lado de él, ahí se percató, estaba en peligro.

comenzó correr, muy fuerte, frenéticamente en busca de un lugar que lo pudiera mantener a salvo de cualquier persona. se metió en una especie de fábrica abandonada, por el momento eso logró distinguir antes de entrar en esta.

se oían risas al interior, algunas de gente adulta hasta niños. ahí fue cuando se dio cuenta, está siendo observado.

un señor con una máscara de depurar, de esas que se habían vuelto famosas en la noche, lo perseguía a paso rápido. jeongin logró perderlo pero cayó, pasándose a llevar con un material expuesto, haciéndose un corte en la pierna.

se metió a la primera puerta que encontró, tuvo la suerte no había nadie. se sentó y se apoyó de la puerta para verse la pierna, no era un corte profundo, pero le ardía mucho.

también se sacó los lentes de contacto, esos que pueden delatar su ubicación por el brillo que emiten.

lloraba, no por el dolor, más que nada porque estaba afuera donde nadie lo podría salvar.