¿Puedo besarte?

39.Más que amigos...

Me senté al lado de mis amigos y Merlía se sentó en frente de mí con sus amigas al lado suya.

-Chicos quiero deciros algo-habló Lúcas.

-¿Qué quieres decirnos?-dijo Sam.

-Que yo y Mirta somos oficialmente novios-dijo repentinamente que hace que Camerón escupa lo que había bebido y que Mirta se atragante.

-¿N-novios?-dijo Mirta dandose toquecitos en la garganta.

-Pero si os odiais-dijo Lola.

-Y encima dijistes que nunca ibas a salir con ella-dije yo.

-Sabes que puedo cambiar de opinión. Yo la quiero a ella-dijo con una sonrisa burlona.

Mirta bajó la mirada por lo roja que estaba.

-Espero que no estés jugando con ella porque si es así, te arranco las pelotas y te quedas sin ellas-dijo Merlía levantandose mientras le hechaba una mirada fulminadora a Lúcas.

-Claro que no juego con ella-dijo levantandose reprochandola.

-Jajaja parece que no tienes miedp a Merlía-dijo Camerón.

-¿Y por qué la tendría que tener miedo de ella? Si no asusta ni a una mosca-dijo enojado mientras la señalaba.

-¿De verdad que no me tienes miedo?-dijo Merlía con una sonrisa tenebrosa.

-No lo tengo-dijo cruzandose los brazos y se largó del salón refunfuñando.

Todos nos pusimos a reir.

-Creo que sigue siendo un niño. Cuando era pequeño, hacía lo mismo cuando tenía miedo-dijo Merlía co una sonrisa.

-Muy cierto-dije dandola la razón.

-Mirta creo que alguien te espera en el jardín-dijo Merlía mirando a su prima con una sonrisa.

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Pasó una semana ya. Merlía ya no tenía marcas en su cuerpo, fuimos al juicio de Bibeca y la sentenciaron a estar lo que le queda hasta los dieciocho en un correccional de menores, y mis padres como siempre andaban muy ocupados como los directores del hospital. El padre de Merlía estaba en las mismas como mis padres.

Hoy hacía un buen tiempo y estaba soleado. Un día muy tranquilo.

-Bueno como ya dije, seré el primero en tirarme con Lola-dijo cogiendo a Lola en brazos.

-Ni se te ocurra Sam-dijo rodeando sus brazos por el cuello de Sam.

-Demasiado tarde-dijo saltando.

Los dos se hundieron en la piscina. Todos estabamos riendo menos una que estaba con los brazos cruzados con la cabeza bajada.

En ese entonces tuve una idea.

Caminé hacia ella y me planté en frente de ella.

-Diego-dijo subiendo la cabeza.

Yo no dije nada. La miré serio para después cogerla entre mis brazos.

-¿Qué estás haciendo?-dijo un poco confusa.

-Ya no aguanto más. Verte en un rincón sola y que los demás disfruten cuando estamos en la piscina, me pongo mal cuando tu no te diviertes. Y he decidido afrontar tus miedos contigo. Los dos juntos lo conseguiremos-cuando terminé de hablar, me tiré a la piscina junto a Merlía.

Cuando nos hundimos, ví como Merlía cerraba fuerte los ojos. Yo la toqué y abrió los ojos. Yo le estaba sonriendo y ella puso una medio sonrisa que decía que confiaba en mí. Entonces me subí a la superficie con ella.