El Mounstro De Los Apeninos

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Por la noche, antes de dormir, los hermanos subieron al techo de la cabaña, recostaron sus cuerpos, disfrutando del aire fresco y miraban el sinfín de luces nocturnas que cubrían los cielos. Conversaban sobre el universo, Tadeo guardó silencio por unos minutos y vio pasar un cuerpo celeste, al que su hermano Deo llamó “estrella fugaz”. Además le explicó el origen del universo: todo empezó gracias a una explosión que los científicos del futuro llaman “Big Bang”, la cual su energía concentró la materia, espacio-tiempo dando paso al universo físico y espiritual. Después de escucharlo, Tadeo pensó que el anciano Lumbrari era quien nutria de información a su hermano, en el fondo presentía que era algo divino…

Las sierras de los Apeninos recibieron al Sol más brillante que nunca.
Ese día, el señor Carlo Manfredi atendió su ganado; cinco gallinas blancas y un cerdito. Deo y Tadeo, salieron apresurados de la cabaña, dieron tremendo salto sobre un montón de paja arrinconada, permanecieron tranquilos observando las tareas de su padre. Mientras que los hermanos menores: María y Pablo admiraban cada acto. Deo mordisqueaba un pedazo de paja, al mismo tiempo fijó su mirada al horizonte, allá donde el Sol resplandece, “no solo las estrellas lo emocionaba, también los rayos desprendían cierta inquietud en su ser”
Frente a la cabaña, un grupo de campesinos venían despavoridos, sus rostros pálidos indicaban una tragedia.
— ¡un monstruo, es horrible! —gritó una mujer desesperada, hasta soltó su cazuela con agua por ir de prisa. Carlo dejó de alimentar al cerdito del corral y prestó atención a semejante tertulia. En prontitud, camino hacia sus cuatro hijos, alzó la voz:
¬¬— esas personas parecen muy asustadas, puede que un animal peligroso merodeó el pueblo, será mejor que entren a casa. — al mismo tiempo que habló, se aferró a una navaja que tenía oculta entre su ropa. — eso preocupó a los hermanos gemelos, sin embargo, obedecieron a su padre. Se escucharon varios gritos hacia el centro del pueblo, Carlo caminó varios metros para seguir las veredas empedradas y vio cómo la gente corría de un lado a otro.
Deo, Tadeo, Pablo y María, entraron y abrazaron a su madre, pero Deo se desprendió, corrió a la ventana para tratar de ver al valiente papá.
En pleno corazón de la aldea, Carlo se reunió con varios hombres rudos, algunos con talas y hachas. un hombre barbón y robusto, advirtió en tono serio:
— Le llamamos “Angure” se dice que chupa la sangre de los animales y han encontrado varios de nuestros aldeanos mutilados.
Los rayos del sol, no distinguían descender de los cielos a la figura de “Angure”. Atribuía cuerpo de lobo, cabeza, alas y garras de buitre…
Deo sintió angustia, salió de la cabaña y al mirar al cielo, vio volando al animal y entre sus garras colgaba su padre.
— ¡papá, no, tú no! — Exclamó Deo, al mismo tiempo, humedecieron sus ojos.

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