La Mano Que Sale Del Espejo

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Mi hermana y yo solíamos jugar con las muñecas cerca de un espejo enorme; cuadrado media unos dos metros de largo y ancho. Así que lo recargaba arriba de un peinador. Nos divertía cambiarnos de ropa y vernos al espejo. Mi abuelita siempre decía cuando iba a nuestra habitación.
—¡niñas estas, no anden viéndose tanto al espejo! dicen que la gente se vuelve loca si se ven su reflejo.
Pero nos daba risa, sobre todo a quien cuenta esto. Una vez a media noche, en ese tiempo tenía ocho años. Desperté porque tenía sed y me levanté a tomar agua. Sin antes ver al espejo. No sé por qué me gustaba ver tanto el reflejo, pero vi que dentro del espejo atrás de mí un bulto negro se acercaba, miré atrás, no era nada. Y rápido me fui a deslizarme entre las sabanas y me quedé dormida.
Al día siguiente empecé a maldecir al espejo. Le dije a mi hermana que de seguro adentro hay otro mundo que es como el de nosotros pero diferente.
Pasaron los años, llegué a los trece. Estaba dormida y una vez que el sueño se me fue me desperté. Me quedé viendo a ese cuadrado de cristal. Siempre en el mismo sitio, la misma escena. Entonces se me ocurrió moverlo. Mi hermana despertó y dijo que dejara de hacer ruido. Sin importar, lo moví como pude y recargue sobre la pared. Y me agaché para ver el reflejo, recordé lo que me pasó de niña. Pero en ese tiempo no le di importancia, pero ahora que soy más grande, me preguntaba que era ese bulto negro. Y volví a maldecir al espejo. Le dije que lo iba a tapar por asustarme de niña así tal cual le dije con esas palabras.
Al otro día teníamos una fiesta, me arreglé y estaba mi novio abajo esperándome. El espejo ya estaba en el piso y mi mamá me regañó por quitarlo del peinador. Entonces dije para que lo movía ahora no puedo verme. Lo volví a poner en su lugar. Y observé fijamente, pero a lo lejos del reflejo se veía ese bulto oscuro de nuevo, y no volité quise que ese bulto tomara forma. Poco a poco la figura se tornó a un ser extraño, como humano, oscuro con escamas negras, ojos amarillos, sin nariz. Me quedé pasmada como si una corriente fría atravesara mi espalda. Lo desafié, le grite: — ¡lárgate! Y una mano espeluznante, escamosa, llena de picos, dedos largos  uñas moradas puntiagudas salía del espejo para darme una tremenda bofetada. caí al piso. Salí corriendo despavorida. Mi madre, hermana, abuela y novio estaba ahí, me fijé en otro espejo que teníamos en la sala y se me veía la mano pintada de la bofetada. Les conté la historia pero estaba yo en pleno llanto, no me creían. Pasó una semana y seguía mi rostro marcado, el espejo ahí tapado con una sábana. Mi hermana y yo dormíamos con mis padres. Hasta que un día llegué y ya no estaba el espejo. Dice mi mamá que un señor carretonero pasó pidiendo cosas usadas y se lo llevó con gusto. Lo único que mi madre alcanzó a escuchar del carretonero es que le dijo: estas cosas valen mucho y deben estar siempre donde deben estar “con sus dueños” Así tal cual.
Desde entonces ya no me pasó nada semejante pero, si viví esa historia paranormal, yo soy testigo de ver a un ser que me golpeó y salió del espejo y quizás estas historia de otros mundos son reales.

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