Capítulo XXIV: El nacimiento de una majestuosa ciudad

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Puede que Eryus haya desaparecido y no se sepa su paradero, puede que muchas personas hayan muerto, pero por fin toda la ciudad está en paz, siendo que los Guardianes desaparecieron, y el castilló provocó un gran resplandor, dando un brillo escarlata en el amanecer. El castillo empezó a reconstruirse y a repararse, junto a toda la ciudad. Todo volvía poco a poco a la gloria que tenía hace mas de cien años atrás. Apreciabamos como luces salían de entre los árboles del bosque, siendo que se dirijían directo a la ciudad. Tras acercarse, logramos detallar estas bellas luces, notando que eran aquellos habitantes que murieron en el ataque al pueblo la noche del festival, a su vez veía como mi tío estaba entre ellos, a los lados habían personas que nadie lograba reconocer. Notabamos como los espectros de ellos empezaban a solidificarse, mientras miraban toda la ciudad confundidos. Todos estabamos confundidos, hasta que Levria dijo unas pocas palabras, las cuales fueron: "Este es el poder del bosque y el castillo, el poder de reanimar aquellas almas justas que han caido de forma inocente". 

Lloraba de la felicidad tras ver a mi tío y acercarme a el para darle un abrazo, a su vez Lain y Elene se acercaban a su hermao, el cual parece que había muerto en el bosque. Levria corría junto a su hermanito mientras abrazaban a dos personas que tenían grandes ropajes y joyas, siendo que estos correspondían a su abrazo. Veía como todas los espectros cobraban forma, siendo que empezaban a ser tangibles, a excepción de mi tío, el solo sonreiba mientras se alejaba devuelta al bosque. Yo solo lloraba tras ver como mi tío partía y dijo unas palabras, las cuales no logré distinguir a la distancias, solo noté el movimiento de su boca. Caí en el suelo mientras partía en llanto, y los demas vivían un momento feliz. Decidí levantarme y entrar al castillo, mientras subía a la atalaya principal que se ubicaba en el centro del castillo. Veía a la ciudad por el castillo, mientras yo solo lloraba y detallaba el horizonte a lo lejos, y a su vez pensaba "Algún día iré a ese lugar, y cuando lo haga veré que hay mas allá". Tras un largo rato de estar en ese lugar, noté como Levria subió las escaleras.

- Un día mucho tiempo atrás, este lugar era conocido como Kales, y el bosque como Bosque Gigante. Si detallas bien, aquel enorme árbol marchito, emana una cantidad leve de luz -Decía mientras se apoyaba de mi hombro y señalaba a un gigantesco árbol con las ojas caidas y en un estado un tanto putrefacto-

- ¿Y como sabes tanto de este lugar? -Preguntaba con inquietud-

- Toda esa información estaba en el libro, y descubrí que mis antepasados fueron alguna vez reyes de este lugar, pero fueron desterrados y separados de su hija, la cual sería mi madre -Decía ella mientras soltaba un par de lagrimas- Pero almenos ahora todo está bien.

- Lamento eso, pero supongo que, aquellos eran tus abuelos ¿Cierto? -Decía mientras miraba a la ciudad, como todo era poblado y se llenaba de felicidad poco a poco-

- Si. Me invitaron a vivir en el castillo a mi hermano y a mi. Creo yo que haré eso... ¿Y tu que harás? -Ella decía mientras también miraba a lo mas bajo-

- Supongo que seguir por ahí, ver que puedo encontrar, e intentar ir con mi hermano en las montañas.

- Que bien, pero... ¿Por qué no te quedas? La ciudad empieza a repoblarse, y puedes vivir en este lugar sin problemas -Decía mientras me veía y sonreía de una forma amistosa-

- Me gustaría, pero prefiero continuar y ver que hay mas allá. Por ahora, creo que será una despedida -Decía yo mientras bajaba la torre-

Caminaba por el sendero que llevaba fuera de la ciudad, sin avisarle a nadie mas de mi partida. Iba por el bosque negro, el cual empezaba a tener un brillo propio, y el lugar empezaba a ser menos sombrío. Caminaba y caminaba, para después de unas horas lograr llegar al pueblo del primer ataque, siendo que detallé el lugar y me acerqué al cartel que indica el nombre de la ciudad, el cual estaba tirado en el suelo con algo de tierra encima. Lo levanté, limpié, y luego lo coloqué denuevo en su sitio, para yo solo continuar mi camino y dejar todo lo sucedido atrás, iba listo con mi armadura, la espada-daga, y la foto de mis padres en el pequeño y brillante camafeo.

Levria Victoria y el bosque negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora