De Mi Para Nosotros

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La mañana siguiente, a primera hora, Tony irrumpió en el laboratorio para entregar la muestra que recogió con ayuda del dispositivo en su interior.
— ¡Ey, nerdo! Sabía que estarías aquí hoy. — Bruce solo atinó un parpadeo — Vamos, no te esfuerces por mantener la mirada arriba. — bromeó mientras entraba a la zona de desinfección y salía con los cabellos castaños empapados adheridos al cráneo. Luego se puso la bata, trepó en la camilla, separó las piernas y subió la falda de la bata a las rodillas. — Se que la vista es espléndida, pero no tengo todo el día. ¿Vas a tomar la muestra? La temperatura comienza a ser incómoda.
— S-si. Claro. — Bruce dejó la documentación que analizaba en ese momento para levantarse, desinfectar sus manos y colocarse los guantes clínicos. — Es solo que aún no me acostumbro a la idea de verte despierto tan temprano.
— El matrimonio… — se vió interrumpido cuando Bruce introdujo la sonda para pasar el fluido de Steve a su nuevo contenedor. La presión del objeto activaba el funcionamiento de la membrana, obligándole a dilatarse y era jodidamente doloroso. — El matrimonio te cambia, amigo.
— Sigo pensando que deberías decirle a Steve.
— Y yo sigo diciendo que para ser un genio esa es  una idea bastante estúpida.
Bruce detuvo su trabajo para dedicarle una mirada casi incrédula y marcada por la irritación.
— Ni siquiera sé porqué te estoy ayudando.
— Porque muy dentro de ti, sabes que esto es un gran paso para la humanidad y quieres saber cómo terminará.
— No soy un maniaco de la ciencia.
— No, por supuesto. Nuestro “amiguito verde” es solo una posesión demoníaca.
— Cállate ¿Quieres? — la sonrisa de Tony hizo que rodara los ojos mientras se retiraba los guantes. Debió esperar a que el fluido bajara por completo y mientras tanto volvió a su estudio. — Tengo noticias para ti.
— Detesto cuando usas esa frase. La última vez que la usaste perdí dos bebés.
— No eran bebés aún, Tony.
— Y yo insisto en que no uses esa frase.
— De acuerdo, pero entonces no te diré que el ovocito se estabilizó y dentro de las siguientes cuatro horas alcanzará la madurez para ser fertilizado.
— ¿Qué? ¿Hablas en serio?
— Los resultados están aquí. Y si ese material está en buenas condiciones…— señaló con la pluma el contenedor de la muestra. —… Probablemente mañana serán padres.
Tony casi quiso saltar de alegría, pero solo levantó los puños y se llevó las manos a los labios. Le vino perfecto porque al siguiente día, precisamente, cumpliría con Steve su primer año de casados. Nadie podría superar ese regalo.
Durante toda la noche Tony dio vueltas en la cama. No pudo mantener los ojos cerrados, ni las manos quietas y sus pensamientos eran un hervidero de posibilidades ¿Y si la inseminación fallaba? ¿Y si la cosa mutaba en algo horrendo? ¿Y si simplemente el ovocito moría de nuevo? ¿Y si no tenían otra alternativa que alquilar un vientre? Por enésima vez se acomodó sobre su costado con la mano en los labios y las preocupaciones a flor de piel hasta que Steve lo haló para brindarle confort. Sorpresivamente fue tan eficaz que, al abrir los ojos, se sobresaltó con los primeros rayos de sol que iluminaron la habitación. De inmediato se lanzó por el móvil en la cómoda. Al mirar atrás encontró a Steve durmiendo en la misma posición que adoptó desde acurrucarse. Tony salió de la cama con el teléfono en la mano y entró en el armario para seleccionar su ropa. Allí desbloqueó la pantalla para buscar algún mensaje de Bruce. Tenía un solo correo con archivo adjunto donde se mostraba el gráfico de unos signos vitales y debajo, las lecturas tomadas de los análisis; Todos en positivo.
Dio un grito de alegría que logró sobresaltar a su esposo en la cama. Steve inmediatamente se lanzó en busca del origen. Con el susto marcado en sus apuestas facciones interrogó a Tony con la mirada y su preocupación fue en aumento cuando atestiguó las gruesas lágrimas que le surcaron el rostro hasta mojarle la barba.
—  ¿Estás bien? ¿Qué sucede, cariño? ¿Por qué lloras? ¿Qué es esto? — Le preguntó el capitán haciéndose con el teléfono en las manos.
— Esto… Esto es…— observó las rubias cejas juntas que intentaban descifrar la imagen en la pantalla. Steve ladeaba el rostro como un enorme sabueso que intentó comprender las palabras de su amo pero no lo consiguió. Le costó un tremendo esfuerzo pretender que realmente sabía lo que volvió loco de contento a su esposo al observar la imagen. Esa realización causó en Tony una profunda ternura y una enorme sonrisa.
— Parece… es muy… bonito, cielo. ¿Lo hiciste tu?
— Lo hicimos los dos. — Respondió el hombre de hierro.
— ¿De qué hablas?
— Steve…— lo guió de los brazos haciendo tiempo para pensar la mejor forma de explicarlo sin confundirlo y cuando estuvo seguro, al sentarse al borde de la cama, lo hizo de la mejor forma posible.— Hemos hablado muy poco acerca de… acerca de tener bebés y sé perfectamente lo que dije hace un par de años.
— Dijiste que no querías niños. — sus ojos de cachorro herido hicieron el remordimiento de Tony más pesado. — Yo… estoy bien si no quieres hacerlo, amor.
— Lo sé. — le aseguró reuniéndo el coraje para decirlo de una vez. — Pero… tal vez… yo cambié de parecer.
— ¿Eh? — Steve entró en una especie de shock. Tony no sabía si se trataba de frustración porque ya se había hecho a la idea de que no habría niños en ese matrimonio y ahora el súbito cambio lo sacada de la jugada, así que se apresuró añadir.
— Sé que es muy repentino, pero… antes de que te enfades, ya no hay vuelta atrás…
— ¿Tony? — los ojos de Steve temblaron tras la cortina de lágrimas que comenzaba a cubrirlos. — ¿Estas hablando en serio? ¿Cambiaste de opinión? ¿Tú…? — Steve tragó con las ilusiones alcanzando su punto máximo. — ¿De verdad quieres tener un hijo conmigo?
— ¡Si! Yo-...
— Espera — el capitán frunció el ceño. — ¿A qué te refieres con que no hay vuelta-…? — Steve miró de Tony a la pantallita del teléfono repetidamente y no le tomó más de un segundo conectar todos los puntos. — ¿Estás…? ¿Estás diciéndome que esto es un bebé? ¿Nuestro bebé? ¡Tony! Pero… ¿Quién…? ¿Tu hiciste…?
— Steve, escuchame. Te lo explicaré todo. No es lo que estás pensando: no existe ninguna mujer involucrada en el asunto. — el capitán estaba completamente confundido. Pensó en adoptar, claro. Pero hablaron de ello solo de forma superficial.— Yo… solía ser el tipo de hombre que no se compromete, que no puede tomar nada en serio, que puede llenarte de detalles sin entregar el corazón. Ahora, -y más precisamente- a tu lado, he descubierto que soy la clase de sujeto capaz de jurar amor al oído, que compromete el cuerpo, el alma y el corazón y que anhela, como nunca deseo nada en su vida, procrear con el hombre que ama. Quiero un ser pequeño que resulte de la mezcla perfecta entre tu y yo y del amor que nos tenemos. No puedo pensar en otra forma de hacerlo desde que juré compartir mi vida contigo. — los ojos azules rebosaban ese amor que Tony describió.— Encontré una forma para poder conseguirlo. En la actualidad existen infinidad de estudios que rodean este campo. Y quiero explicártelo de la forma más simple: actualmente puedes tomar la semilla de una mujer y “borrar” su información genética para dejarlo en blanco. Así puedes escribir y crear sobre ella nueva información. Se ha descubierto su uso para la falsificación de pruebas de sangre en el campo de la criminología y para la reproducción humana. De forma que puede formarse una vida entre dos personas que como tu y yo se aman, pero la naturaleza les ha impedido procrear. Sin embargo, entre Bruce y yo hemos podido crear la hoja sobre la que vamos a escribir esa información, a partir de fragmentos de otros organismos y tejidos. Esa semilla tiene mi información y a ella añadimos la tuya.
— ¿Estas diciendo que hiciste…? — Steve se rascó la cabeza porque estaba tan confundido como avergonzado. — ¿Estas diciendo que te hice un bebé?
— Estoy diciendo que creé un óvulo y tu lo fecundaste.
— ¿Qué? — Los ojos de Steve fueron de la cara morena al estómago y rápidamente puso una mano sobre el. Tony negó con una sonrisa
— No. No esta en mi vientre. Desafortunadamente no tengo un útero que pueda mantenerlo con vida. Pero existe la tecnología suficiente en el laboratorio de Bruce y ahí creamos un contenedor para mantenerlo incubado. Tiene las mismas propiedades que el vientre de cualquier hembra. Y debemos mantenerlo bajo observación. Sin embargo, lo que ves en la pantalla… es Peter.
— ¿Peter? — Steve lloraba sin poder dar crédito a lo que Tony le decía. — Dices que este es nuestro bebé… ¿Y le has puesto un nombre? pero yo… yo no recuerdo haberte dado ninguna muestra de mi… de mi…
— También nos encargamos de eso. Lo he transportado en un dispositivo dentro de mi que lo almacena y lo mantiene a salvo de cualquier contaminante.
— ¡Tony! ¿Por qué no simplemente me lo pediste? ¿Cómo pudiste hacer esto a mis espaldas?
— No habría soportado verte sufrir si esto no funcionaba.
— Tony…— Steve negó rompiendo en llanto porque había estado todo el tiempo con los ojos anclados a la pantalla del móvil que al fin dejó caer en el colchón para lanzarse sobre su esposo y llenarlo de besos.
— Feliz aniversario, amor.
— Esto… esto es el mejor regalo que…
— Lo se. Será difícil superarlo, pero ¿Por qué no lo intentas, fortachón?
— Una cena en la azotea. Prepararé una cena para los dos.
— Eso suena genial. — Tony lo besó en los labios tan radiante como ahora lo estaba Steve. — Hoy debo realizar una visita a la oficina. Tengo dos semanas sin hacerlo y no me quitaré a mi padre de encima si no voy. Pero estaré de vuelta temprano.
— Aquí estaré.— Steve sonrió sorbiendo por la nariz.— No puedo creerlo. Vamos a ser padres… — observó una vez más la pantalla del teléfono que  dejó olvidado en su momento de euforia.—… Es tan hermoso…
— Lo estas viendo al revés…— Tony sonrió e hizo rotar la imagen para que Steve pudiera observar mejor el ultrasonido.
— oh, si. Así que… ¿Peter? — Tony se encogió de hombros mientras Steve lo observaba.

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