Estas en todas partes

892 70 16
                                    

* * *

Steve no eligió al Doctor Erskine por casualidad; descendía de una larga línea alemana cuyos genes se remontaban a Abraham Erskine, amigo, creador, la segunda persona en el mundo que le tuvo fe, quien le ofreció una auténtica oportunidad para servir a su país. No solo mostró compasión, sino una gran sabiduría y humanidad. Porque, además de aprobar su formulario para aplicar al ejército (no obstante su deplorable estado de salud), le cambió la vida cuando le administró el suero del super soldado que lo convirtió en el Capitán América.
Durante este proceso Abraham adoptó el papel más cercano que tuvo nunca a una figura paterna; le alentó y aconsejó. Steve en poco tiempo se encariñó con él. Desafortunadamente minutos después de la transformación, el doctor murió y con él la fórmula para recrear el suero.
Muchos años después, cuando fue descongelado por Tony, pensó que estaba solo hasta que consiguió encontrar a Peggy, aunque no en las mejores condiciones: era una anciana con la memoria dañada que estuvo gravemente enferma hasta que falleció.
En ese punto de su vida pudo experimentar la más lúgubre soledad, sin embargo, las constantes disputas con Tony lo distrajeron;  Si no eran sus interminables parrandas, eran por su comportamiento durante una misión.
Estaba convencido de que Anthony era la clase de tipo que no haría una jugada por el equipo, egoísta, irresponsable. Él representaba todo lo que en algún momento detestó. Su padre (Howard Stark), tal vez no era un santo, pero al menos demostró una gran calidad humana consagrando su vida para proteger a otros. Este concepto se fue desmoronando poco a poco pues en repetidas ocasiones ese mujeriego engreído le protegió la espalda, no solo a él, sino también a sus compañeros y tras una asombrosa batalla contra invasores de otro planeta, se descubrió tontamente enamorado de él.
Resultaba que no solo sabía jugar en equipo, era capaz de arriesgar la vida para proteger incluso aquellos que como él (Steve), lo juzgaban injustamente. Fue cuando Tony le dijo: “ Una vez se ha ganado una reputación, es muy difícil deshacerte de ella ” que Steve llegó a la conclusión de que era todo una fachada. Tony pretendía ser todas esas cosas negativas porque temía poner en riesgo a sus seres queridos. Su forma de resguardarlos era alejarlos. Eso también excluía la posibilidad de un amor así que al capitán trabajó sin descanso por ese corazón.
Pronto (pero no tanto como le habría gustado) supo que Tony correspondía sus sentimientos y dos años después estaban unidos en matrimonio.
La vida con él era un sueño durante el noviazgo: siempre espontáneo, risueño, travieso, irreverente y su sentido del deber. Esos momentos tensos en el matrimonio o en una batalla parecían no representar un reto para alguien como el hombre de hierro, que se tomaba la vida como una broma. A veces Steve perdía la paciencia, otras terminaba fascinado. Durante su tiempo juntos solo incrementó el amor que sentía por él. Nadie jamás, había visto a Steve Rogers tan pleno y feliz. Por fin tenía la vida que siempre quiso pero que pensó jamás podría tener.
Es por eso que cuando su esposo falleció todo se vino a abajo. Se olvidó de sí mismo, de amigos o familiares. Alucinaba con Tony, escuchaba sus pasos, su risa.
Respirar, recordar, pensar, vivir era terriblemente doloroso. Se forzó a continuar, a dar el siguiente paso, a mantenerse en pie, porque así le enseñó mamá. Pero no podía detener el sufrimiento; estaba destruyéndose.

Quedarse quieto fue insoportable porque esa no era su naturaleza. Viajó por el mundo enlistandose en cada misión que podía y si esta era letal, simplemente se lanzaba al ruedo sin vacilar. Mientras todos aplaudían su coraje, nadie tenía idea de lo que ocultaba en realidad su corazón: Buscaba por todos los medios reunirse con su esposo en algún lugar del más allá.

Fue idea de Fury que visitara al especialista porque la última vez Steve entró solo (haciendo caso omiso a los ruegos de sus hombres por el intercomunicador) a una zona enemiga impregnada con un gas letal que no era inflable para el suero, sin ninguna clase de protección. A penas consiguieron sacarlo de allí inconsciente y tras casi un mes en terapia intensiva (el doctor opinaba que era un milagro que siguiera vivo porque aquellos niveles de toxina en su sistema habrían matado a cualquier otro), Fury supo que Steve debía tomarse una licencia y no le permitiría integrarse al servicio a menos que el terapeuta así lo aprobara.
Para entonces, el Steve Rogers dulce, tímido y casi bonachón que conocieron no existía más. Se volvió duro, reservado y frío, aunque su sed de justicia ardía con renovado fervor. Visitar a un especialista le parecía absurdo y vergonzoso. Así que Fury le recomendó al Doctor A. Erskine, descendiente de Abraham. Inmediatamente algo cálido revivió en un rincón alejado del corazón de Steve (¡Por fin alguien relacionado con su pasado!) y se atrevió a llamarlo.
El doctor poco abordó el tema sobre su bisabuelo, pero conocía la historia completa. Steve sintió una entera confianza hacia él porque era casi tan sabio como su antecesor logrando que hablara casi abiertamente de sus miedos y dolor. Le encaminó a crear consciencia sobre lo que estaba perdiendo; el desarrollo de un hermoso bebé que pronto llegaría al mundo.

Vs El CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora