Un pueblo atrapado en las sombras.
Sangre manchan las calles y gritos despiertan en la noche.
Nadie puede escapar a la muerte.
Ashton Anderson, un hombre que busca misterios en su vida, llegará y arriesgara su vida por aquellas almas pérdidas.
En e...
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Me muevo algo incómodo, me dolía la cabeza, era como si me la estuvieran estrujando como a un limón. Un odioso sunbido me molestaba en mis oídos.
Pero un grito hizo que abriera los ojos de golpe. Olvidando mí dolor, automáticamente mí cuerpo se incorporo, mis ojos expecionaron el oscuro cuarto por unos segundos. Aun adormilado. Sin que lo pudiera controlar mis piernas salieron de las sábanas que cubrían la mitad de mí cuerpo, saltando del colchón, colocandome los zapatos, algo me hizo dudar.
Mis piernas caminaron a tientas en la oscuridad hacia una puerta, quise detenerme, pero no podía.
Algo estaba mal.
Abrí la puerta, un estruendo hizo que me doliera más la cabeza, logré agarrarme de la puerta para no caerme.
Mis piernas avanzaron, entre tambaleos, avance, las pareces de esa casa no me parecían conocidas, no era ninguna casa a la que había entrado, seguí caminando por el pasillo extenso asta que mí vista se topó con el cuadro que me hizo temblar.
Era la misma foto.
La familia Matthews.
Mis piernas volvieron a funcionar, pero yo no las controlaba, dejando atrás el cuadro. Llegué a una escalera, afuera se escuchaban voces que gritaban, "¡Brujos!", "¡Quemenlos!", "¡Mounstros!".
Un fuego ardió dentro de mí pecho, era furia, mi mano izquierda estaba sujetando con fuerza la barandilla de la escalera, podía ver cómo las venas comenzaban a notarse.
Bajé la mirada a la puerta, un hombre sujetaba a una mujer, abrazándola como tratando de protegerla.
No tarde ni un minuto en Saver quiénes eran. Aunque los estuviese viendo de espalda.
Las voces de afuera se hacían más fuerte, algo rompió un vidrio que a su fue una ventana, un chillido de parte la mujer hizo que mí corazón se oprimiera sin razón alguna, la puerta principal que estaba obstruida por pocos muebles, tembló. La gente que estaba al otro lado intentaba entrar.
Una piedra atravesó la ventana enrejada, la gente traía antorchas y herramientas filosas.
La puerta volvió a temblar, estaba plantado en el comienzo de la escalera, no podía moverme. Escuché otros ruidos, y los señores Matthews también, pues giraron hacia una parte de la casa.
Quise ir tras ellos. Pero algo me detuvo, me jalo hacia atrás y me agarró de la mano, sentí una corriente de felicidad invadir mí cuerpo, siguiente jalandome. Era un chico, no entendía nada, estaba confundido.
