Un pueblo atrapado en las sombras.
Sangre manchan las calles y gritos despiertan en la noche.
Nadie puede escapar a la muerte.
Ashton Anderson, un hombre que busca misterios en su vida, llegará y arriesgara su vida por aquellas almas pérdidas.
En e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los experimentos no siempre salen bien, pero en esta ocasión no fue así, tal vez si hubo pánico al ver como la bestia que había caído en nuestra trampa casi mata al hombre que se había ofrecido para ver si funcionaba el plan de Carlos.
El fuego puede matarlos, al igual que el sol, pero pude notar que todo objeto caliente le daña.
El metal hirviente deja heridas que tardan en sanar. Ya que ninguna le afecta a menos que esté caliente.
La noche comenzaba a acercarse.
Quedando de acuerdo con la gente del pueblo. Hoy sería el día en que romperían las cadenas que los opremia a todos.
Hoy rescatariamos a Zoé.
Me prepare para realizar mí plan. Gracias a que mí esposa me había enseñado a coser, logré hacer un traje de camuflaje con la basura, ya listo espere y corrí las cortinas. Pero permanecí viendo la ventana.
Aparte la mirada de la ventana al escuchar que alguien entraba a la habitación, volteo para ver al niño que perdió su hogar, su familia, y aún seguía de pié.
—¿Listo para comandarlos a la libertad? — mis palabras parecieron sorprenderlo — antes que digas que no podrías hacerlo, se que sabes que te equivocas, porque veo en ti a un líder que busca lo mejor para su gente.
—No creo..
—Carlos —lo llamé y él me miro inseguro — lo que hace a un buen líder no son siempre las victorias, si no la experiencia, y tener un corazón justo.
Él se mantuvo en silencio, sin desviar la mirada, parecía analistas mis palabras.
—Confio en ti — me acerco y coloco mis manos en sus hombros y le doy un suave apretón para tranquilizarlo — y se que los llevaras a la libertad.
Él abre la boca para hablar pero bajo mis brazos y me alejo al notar la hora en el reloj, dejando la habitación al cruzar la puerta, no podía quedarme en ese lugar más tiempo. Tenía que cumplir una promesa.
Al salir al pasillo, la señora Mónica estaba en el medio, parecía ectruir mí camino. Caminé hacia ella dispuesto a pasarla, pero me detuve enfrente suyo.
—¿Piensas ir sin refuerzos?
Asentí y ella me miro de pies a cabeza.
—Esto es una locura.
Sonreí a medias y volví a mí seriedad. Pase por su lado y ella no me detuvo. Baje por la escaleta, no me importo hacer ruido, pero me detuve al final al ver a mis dos amigos vestidos con trajes de camuflajes parecidos al que traía puesto junto con pequeñas mochilas a juego con el traje.
—No irán conmigo —aclare.
—Aunque nos los órdenes no dejaremos que vallas solo cariño —dijo la señora Sofía segura en su posición.
