E p i l o g o

18 5 0
                                    


El celeste del cielo, una piscina inmensa, así como el mar, las nubes serían las burbujas de jabón. Pero seguro había más. Algo más.

El tiempo había pasado, Matthews había sido derrotado, y todas las almas atrapadas podían descansar en paz al fin. En homenaje a la libertad que logramos y la caída del mal, todos en este día nos reunimos para celebrar a los caídos. Dejamos regalos y nos quedamos a compartir lo importante que había sucedido. Pero nadie del exterior supo de la revolución que hubo en el pueblo, fue como si no hubiera pasado, pero si paso.

Cómo el testamento que había encontrado en la biblioteca de la mansión un día que fui, toda la herencia de la familia estaba destinada al último heredero, aunque me dolía aceptarlo. Done gran parte de esa fortuna a las familias del pueblo y para poder reconstruir todo y crear una calle digna para salir.

En un principio quise destruir esa mansión, pero era parte de mí ahora, todo retrato de la familia los vendí o queme, joyas y ropa las vendí, y todo el dinero fue para el bien del pueblo.

Tenia una familia nueva, mi amigo Carlos, creció, ahora era un buen muchacho con una gran meta, convertirse en el alcalde del pueblo, reinicio sus estudios al terminar el año de la revolución.

Los primeros días fueron difíciles para los dos durante estos años, el despertar y no escuchar el matutino saludo de la señora Evans, y las risas de la pequeña Zoé y las charlas serías con Néstor. Su ausencia creaba un agujero en nuestros corazones.

Pero había una luz que nos hacía poner de pié a los dos.

Mí luz al final del túnel.

Mí pequeña hija, con el tiempo vi como crecía, su curiosidad por el mundo era grande, aunque aún no me siento listo para dejarla ir.

Aún me acuerdo el primer día en el que descubrimos que ella era especial, se había perdido en la mansión, teniendo dos años apenas. No sabía dónde podría estar y el miedo crecía cada vez más. Pero una risa risueña desde la sala de estar nos dijo que ella estaba hay, el asombro y el miedo me recorrió el cuerpo, al verla flotar en el aire entre risas inocentes. A los tres su poder crecía más y hacia que los platos y floreros volarán por el aire y mi sorpresa fue tanta que a los cuatro años, ella podía leer la mente de otro. 

Las cosas habían cambiado bastante.

Por el bien de mi hija y para poder cuidarla me mantenía alejado de todo caso policiaco. Muchos venían a mí, pero no había falta alejarme de mi luz, podía resolver el problema de esos hombres aún en esta mansión a la cual un no me acostumbro decirle hogar. La casa que compartí con mi difunta esposa tuve que venderla, no podía vivir en el lugar donde ella murió, aunque tampoco podía en el que perdí a mi otra familia. Pero no podía, no había otro lugar.

La mansión había cambiado, ya no era gris, el color celeste en las pareces con blanco era más cálido. Los sofás en eran muy elegantes, pero cómodos, y en las paredes solo colgaban fotos de mi familia, una de mamá, de Néstor y Zoé, una de Sofía, Carlos y mí hija.

Miro curioso la carta, que reposaba en la mesa de pequeña de cristal frente mío, que había llegado esta mañana y aún no me había decidido en abrirla.

Suspiro y la tomo y comienzó a abrirla con cuidado para no romper el sobre. La letra ligera y rápida con una pequeña fuerza al final de la oración mostraba la urgencia que tenía la persona que escribía.

Estimado señor Anderson,
sabemos que usted no desea venir a resolver nuestro problema personalmente, pero me es notificarle que es de estricta urgencia que este presente.
Estamos ante un asesino con experiencia.
Qué a burlado nuestra vigilancia y todos nuestros medios.
Necesitamos de su ayuda y es necesario que venga enseguida para resolver esto lo más rápido posible.

Los Crímenes De Matthews© Terminada✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora