Capítulo 02

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—¿Has visto mi celular? —Plan estaba parado al final del pasillo que daba a la sala, se encontraba descalzo y aún llevaba su pijama, paseo su mirada por los muebles del lugar hasta que dio con la puerta del balcón abierta, se preguntó si pudo haber dejado olvidado su celular allí.

—¿Lo perdiste? —preguntó su amigo sin voltear a verlo. El peliceleste estaba sentado en la alfombra color crema mordiendo un lápiz mientras parecía estar resolviendo un sudoku o algún crucigrama. Desde su posición, el rubio solo podía ver el suéter blanco que esté cargaba y sus lentes redondos reposando en el puente de su nariz.

—No... solo no sé dónde lo dejé —Plan hizo un puchero y pasó una mano alborotando su cabello rubio. Observó a Gunnapat recostado en el sofá de cuero negro, y se preguntó porqué prefería estar en el piso teniendo el cómodo mueble tras él.

—¿Y eso? —indagó el peliceleste, al parecer muy ocupado como para siquiera voltear a verlo—, hace tan sólo un par de días no soltabas el jodido aparato.

Plan clavó la mirada en la alfombra, moviendo sus dedos entre las hebras y mordiéndose el labio inferior, quedándose callado para que el peliceleste no empezara con un interrogatorio.

—No me digas que... —Gunnapat rápidamente se arrodilló sobre el suelo, girándose hacía la izquierda para verlo de frente, abriendo mucho sus ojos casi que perdiendo sus rasgos asiáticos—. Plan, dime que no lo...

—¡No, Gun! —contestó el rubio irritado, llamándole por su apodo—. ¡No lo he echo con él! Es más, ya ni siquiera me contesta los mensajes... —confesó, bajando cada vez más su tono de voz.

—¿Qué? —preguntó sorprendido el de cabello celeste—. ¿No te contesta?

—¿Entonces no has visto mi celular? —le cambio de tema, ya era suficientemente vergonzoso haberlo dicho una vez. Gunnapat negó con la cabeza y, mordiendo el lápiz que sostenía en la mano derecha, volvió a su posición inicial.

—Ya aparecerá —mencionó de manera tranquila. Plan no sabría decir si hablaba del celular o de otra cosa...

Sin pensar mucho más en el asunto, regreso por el pasillo de nuevo a su habitación. No sabía dónde más buscar, pues a la habitación de Gunnapat y Perth no entraba, la de Earth se mantenía cerrada, ya había visto en la cocina y dudaba que estuviera en el baño. Buscando en su habitación por quinta vez en lo que llevaba el día y el bendito celular al fin apareció bajo su cama detrás de una caja que a saber como llegó ahí, pero poco le importaba averiguarlo.

Su desgracia continuó cuando se llevó una gran desilusión al desbloquear la pantalla y ver su buzón de entrada igual que hace exactamente cuatro días, dos horas, veinticinco minutos y contando, desde el último mensaje que Mean Phiravich le envió.

Tragándose las ganas de llamarlo para exigirle una explicación, se dejó caer sobre la cama frustrado. Pensando en que si había hecho algo mal, o si no había sido lo suficientemente bueno, tal vez debió de haberle enviado un par de fotos más o quizás debería de hacer un poco más de ejercicio... dándose un golpe mental rápidamente se deshizo de esos pensamientos porque, vamos, ¿Desde cuándo el gran Plan Rathavit cuestiona sus habilidades de seducción? ¿Desde cuándo menospreciaba su cuerpo de esa manera? Por favor que alguien se digne a explicarle, porque él no lo entendía. Teniendo el cabello rubio, la piel clara, con un delicioso abdomen marcado, brazos fuertes, un rostro simplemente perfecto y siendo la combinación perfecta entre adorable y sensual, ¿qué más podían desear?

Si ese tal Mean Phiravich se atrevió a simplemente ya no contestarle, pues que así sea. Se merece un globo por haber tenido los huevos suficientes para dejar a ir a alguien como Plan Rathavit... él definitivamente no perdía nada, pero ya vendría el castaño arrastrándose después.

Fanático SensualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora