Fanático Sensual

Epílogo: Final

Dos años antes de (...)

El día era frío y sin color, el cielo parecía querer llorar y un joven de cabellos rubios esperaba sentado en el tercer peldaño de una escalera situada a la derecha frente a unas puertas de cristal. Por su aspecto pálido y demacrado podían deducirse dos cosas; la primera, algún familiar muy querido estaba internado en aquélla edificación con olor a medicina, desinfectante y atisbos de muerte. La segunda, era alguien que había sido traído por problemas de alcoholismo o alguna otra adicción.

La respuesta pudo haber sido obvia, lo delataban las marcas en sus antebrazos, el temblor incesante de sus manos, el sudor que perlaba su frente, el nerviosismo con el que mordía sus labios y el tic ansioso bajo su ojo izquierdo.

Alto, delgado, con cabello castaño y lacio, este joven observaba al rubio desde el otro lado de las puertas de cristal mientras esperaba al piel chico que había tenido que llevar por haberse cortado la palma de la mano haciendo quien sabe qué. Pensaba en todas las situaciones posibles para que alguien tan joven terminara en ese estado, pero no hallaba ninguna que lo convenciera del todo. Movido por su curiosidad decidió acercase a preguntar, lo más probable era que el joven lo mandara a volar pero no perdía nada con intentarlo.

Caminó hacia las puertas de cristal y al lado derecho, bajó un escalón y se aclaró la garganta para llamar la atención del rubio, pero antes que éste se volviera para verlo, su joven acompañante de piel pálida jaló su mano atrayéndolo al lado contrario. El de cabello marrón oscuro le reclamó al joven curioso por haberlo dejado solo en el tenebroso hospital y después de que lo hiciera disculparse unas veinte veces, se fueron caminado por la acera mientras el pálido casi se colgaba del castaño.

El joven con cabello castaño, aun no olvidando su curiosidad, volteó a ver una última vez al rubio, viéndolo esta vez parado hablando con un hombre vestido de blanco; este parecía disculparse con el rubio pues negaba lentamente y se encogía de hombros. Luego vio como el joven con piel casi transparente corrió al lado contrario de donde caminaba él y se perdía entre las frías calles.

Pensó una vez más y llegó a la conclusión que tal vez aquel joven con marcas en sus antebrazos, realmente tenía a algún familiar muy querido internado en el hospital y que tal vez su estado había empeorado o algo aun peor, por eso el doctor se disculpaba y el rubio había salido corriendo sin saber que más hacer ante la noticia. Se lamentó por lo que el joven chico estaba pasando y le deseo la mejor de las suertes a aquel joven insamanente pálido.

Lo que pensaba el joven de cabello castaño no está muy lejos de la realidad, pues el chico pálido había salido corriendo en un ataque de histeria. Le habían informado que su pareja, si es que así se le podía llamar, había fallecido minutos atrás y el haber visto a aquella pareja discutir cual matrimonio, solo causó que la herida fuera aún más dolorosa de llevar. Corrió tanto como sus pulmones manchados en negro tabaco y otras cosas más, se lo permitieron. Quería huir de sus problemas y malas decisiones, quería correr hasta que sus pies sangraran y sus desgastados pulmones ardieran cual llamas del infierno.

Porque él nunca podría tener una relación cómo la de aquellos jóvenes que había visto marchar caminando tan juntos como se les era posible. Porque todas las personas que el joven rubio había querido las había perdido de formas lamentables y simplemente no podía, o más bien no quería, seguir viviendo de aquélla manera. Sin esperanza alguna de poder encontrar un día a quien amar y que lo amen.

Abasteció su despensa con alcohol, extrañas hierbas y polvo blanco decidido a terminar con su vacía e inútil vida.

Pero lo único predecible de la vida es que es impredecible, y lo que aquel joven de piel insanamente blanca llamado Plan no sabía; era que el rumbo de la suya había empezado a cambiar un segundo después de que un joven de cabello lacio fijo su vista en él, aquel día en que su mundo perdió sentido y dio todo por perdido.