Capítulo 09

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El timbre sonaba con insistencia desde hacía media hora y el sol se colaba por los bordes que las cortinas no alcanzaban a tapar, dándole de lleno en la cara a Mean.

Se removió incómodo buscando una mejor posición cuando, al situarse en el centro de la cama, notó un bulto bajo las sábanas. Se separó de inmediato sobresaltado, con mucho cuidado levantó la sábana encontrándose con un muchacho rubio y de piel pálida, no con el pelinegro que pensó en un principio. Suspiró aliviado recordando que había pasado la noche con Plan.

Su Plan.

Pero que bien se sentía decir aquello. Se le acercó lentamente bajo la sábana, con mucho cuidado colocó las manos y piernas a sus costados. Quedando a cuatro sobre él.

—Plan —murmuró cerca de su oído—. Leonsito, bebé, despierta...

Plan se pasó el dorso de la mano por el rostro, restregándose uno de los ojos mientras abría el otro.

—Buenos días —saludó con voz adormilada.

—¡Muy buenos días! —le corrigió Mean, dejando un beso en la comisura de sus labios para luego bajar por su barbilla hasta su cuello, deteniéndose en sus clavículas, dejando pequeñas marcas rojas por los lugares en donde pasaban sus labios, al mismo tiempo con una mano empezó a recorrer el camino desde el costado derecho de sus bíceps, bajando hasta contar tres costillas, llegando al inicio de sus abdominales, rozando solamente con la yema de sus dedos el camino hacia su ombligo, delineando su contorno, Mean desvío la mirada hacia el miembro del rubio, notando cómo reaccionaba poniéndose erecto ante sus caricias.

—¿Qué... haces...? —le preguntó Plan entre suspiros. Sus mejillas ruborizadas y los labios entreabiertos. Con el pecho subiendo y bajando acelerado.

—Tú que crees... —el alto le guiñó un ojo antes de desaparecer bajo las sábanas.

Mean descendió sus manos hasta la cadera del rubio y de improviso le agarró el pene con fuerza estrujándolo entre sus dedos. Abrió la boca frente a la punta húmeda del miembro ajeno y lo atrapó entre sus labios rodeándolo con la lengua. Plan dio semejante gemido agudo, el corazón se le puso a doscientos de golpe y arqueó la espalda ante la repentina sensación.

—¿Te gustó? —Plan se llevó una mano a la boca, mordiéndose el dorso como respuesta. El alto volvió por su pene desde la base, lamiéndolo hasta llegar a la punta, dejando un beso allí. Volvió a metérmelo en su boca, esta vez hasta el fondo, todo lo que su boca consiguió tragar.

Plan gimió escandalosamente, encorvando la espalda elevó la pelvis hasta su boca, buscando más profundidad en ella. Mean saboreó la erección del rubio con su lengua como su fuera un helado, la sacó de su boca muy lentamente y empezó a subir y a bajar su mano con descontrol. Le dedicó un par de lametones a la punta hasta que notó su humedad, descendió su lengua hacía más abajo, hasta sus testículos. Los lamió y delineó notando como Plan se estremecía y se revolvía cada vez con más violencia, incapaz de contener sus gemidos.

Mean siguió bajando, tanteando su entrada, se sorprendió a sí mismo dándole un leve lametón a su apretado agujero, Plan se estremeció de nuevo. El alto le separó un poco más las piernas, empezando a introducir el dedo índice dentro de él, lento, solo un poco. Volvió a subir por su pene, succionando levemente la punta, agregando un segundo dedo al notar que seguía un poco dilatado por la actividad de la noche anterior. Movía sus dedos lentamente, haciendo a Plan sudar por la excitación. Sumo un tercer dígito, esta vez metiéndolos hasta los nudillos, Plan gimió especialmente fuerte al sentirlo.

—¡Mean! —gimoteó Plan. El alto subió por sus labios, sacando los dedos de su interior, callando cualquier cosa que pudiera decir. Le metió la lengua en la boca en un beso húmedo y desesperado. Plan se acomodó debajo de él, subiendo las piernas a sus caderas, haciendo que la erección del castaño rozara con su entrada.

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