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Tres días más tarde, me era prácticamente imposible concentrarme en otra cosa que no fuera lo que pasó el viernes por la noche. Esperé tanto tiempo lo que sucedió entre la señora Manoban y yo (¿o debería decir Lisa?). Nunca pensé que iba a follarme en el dormitorio de su esposa mientras me hacía gritar "papi" repetidamente.

Pero, ¿cómo podía una chica de diecisiete años de edad tener una oportunidad así? Apuesto a que nadie más en mi escuela había hecho nunca nada tan terriblemente sucio y pervertido. Y todo lo que podía pensar era en cómo se sentiría Lisa al respecto. ¿Se arrepentirá de haber estado conmigo? ¿Se había dado cuenta de lo joven que yo era y por eso no se molestó en llamar siquiera? Ella sabía el número de mi madre ya que siempre llamaba para arreglar cuándo yo debía ir a cuidar a los niños. Solo deseaba poder atender yo, ya que quería, desesperadamente, hablar con ella. Y lo peor era... ¿y si ella no quiere hablar conmigo otra vez? ¿Y si se encuentra otra niñera?

Estaba a punto de llorar cuando me senté en mi clase de biología. Solo pude salir de mis pensamientos cuando una buena amiga me dio un codazo en el brazo.

—Jennie, concéntrate —ella murmuró, pero me encogí de hombros como respuesta y seguí mirando al suelo—. ¿Qué pasa? —me preguntó en un susurro silencioso. Yo solo sacudí la cabeza.

—Nada.

Pero algo andaba mal. Me estaba cuestionando a mí misma si Lisa en realidad tenía interés en mí o si solo me quería para follar y luego nunca volver a hablarme. ¿Habrá sentido lo mismo que yo sentí?

Pasé tanto tiempo sintiendo lástima por mí misma que no me había dado cuenta que la campana de la escuela sonó, ya era mi momento de regresar a casa y llorar sobre mi almohada. Recuerdo cuando Lisa me despertó porque mi madre había llegado, de forma tan suave y cálida. Nunca quise irme de allí. Luego me acompañó hasta la puerta principal y me dio un breve beso en los labios y por sobre todo, nunca olvidaré en cómo me susurró: "hasta pronto".

Debe haber sido un presentimiento o algo así, pero sentía que no iba a verla pronto. Y era tan raro, pero extrañaba demasiado llamarla papi.

Caminé por el pasillo en silencio con mi cabeza abajo, pensando en muchas cosas. No era muy popular en la escuela, pero al menos no me odiaban. Estaba sola a veces, justo en los momentos en los que necesitaba un abrazo. Preferiblemente un abrazo de la señora Manoban o Lisa o... mierda, ni siquiera sé cómo llamarla.

Una vez que entre al estacionamiento de la escuela, me apresuré lo mejor que pude para ignorar a los muchachos que estaban sobre sus coches fumando o haciéndose los "chicos cool". Me di cuenta entonces de un auto negro bastante lujoso aparcado cerca de la acera de la escuela, y de repente me acordé de que ella tenía un auto así. Sin duda, no era Lisa, pero ella era tan impredecible que no sabía que pensar. Traté de mirar dentro, pero las ventanas sombreadas oscuras me impidieron ver quién estaba dentro de él.

Juro que pude haberme desmayado cuando la puerta del BMW se abrió y justo cuando pensaba que las cosas no podían empeorar, la señora Manoban decidió dar un paso afuera vistiendo su traje negro de trabajo. Entré en pánico cuando se apoyó contra el capó del coche, sabiendo que yo estaba en el frente de él. No pareció darse cuenta que yo estaba allí, solo miraba fijamente mientras sacaba su teléfono y se distraía de las puertas de la escuela. ¿Debía acercarme a ella?

Decidí seguir caminando en esa dirección, supongo que se dará cuenta si me ve pasar. Quiero decir, seguramente está aquí para verme, ¿no?

Pasé por el auto delante de ella e hice mi misión de que accidentalmente la vi. Dejé escapar un suspiro exagerado y entonces levanto la mirada que yacía en su teléfono ante mis acciones, y rápidamente puso su dispositivo en su bolsillo antes de llamar mi atención.

Llámame papi → jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora