Llámame papi → jenlisa

11

Apretó los dientes y se puso tensa, miró su reloj de muñeca de forma rápida.

—No tengo tiempo para parar.

Arrastré nerviosamente mi mano a su pierna, fijamente sobre su muslo.

— ¿Quién dijo que teníamos que parar?

—Dios —suspiró cuando ahuequé mi mano en su bulto, se echó hacia atrás en su asiento y entonces me quité el cinturón de seguridad, dándome vuelta hacia ella con una sonrisa inocente.

Desabroché los ajustados pantalones negros de trabajo y dejé que mi mano vagueara. Sentí su bóxer debajo de sus pantalones, haciéndome gemir para mí misma a la ligera cuando dejé que mis dedos se deslizaran por debajo de ellos.

Lisa dejó escapar un gemido agudo, rodando la cabeza hacia atrás cuando comencé a bombear con mi mano en lo profundo de sus boxer. Segundos después saqué su miembro, mirándole seductoramente mientras ella se mordía el labio.

—Papi, estás tan dura para mí —susurré y su aliento se puso tenso.

Bombeé más fuerte antes de bajar la cabeza. La mano de Lisa pasó por mi cabello suavemente para luego aplicar más fuerza, empujándome hacia abajo.

—Sólo chúpala.

Gemí cuando lo puse en mi boca y Lisa dejó escapar un fuerte gemido. Deslicé mis labios hacia arriba y abajo en su erección, meneando la cabeza rápidamente.

Levanté la vista hacia ella con su erección en mi boca, sus labios se entrecerraban, mordiéndose el labio.

—Mantén los ojos en el camino, papi.

—No te preocupes por mí, sólo sigue chupando —gimió y verla tan vulnerable era orgásmico.

Seguí chupando más fuertemente, ya que ella no dejaba de gemir y jadear. Mi lengua rozó y se arremolinó alrededor de su punta, entonces mi mano comenzó a bombear su base.

Sus gemidos llenaban el coche, mientras yo no paraba de darle placer de esta forma. Probablemente mi ropa interior estaba empapada en esos momentos, tal como mi boca ahora.

Seguí durante unos cinco minutos, balanceando mi cabeza hacia arriba y abajo a lo largo de su miembro. Sus manos me empujaron con mayor profundidad a la base.

—Dios. Voy a llegar —jadeó—. Deja que me corra en tu boca.

Mi mano acarició su zona, esperando su eyaculación cuando apreté mis labios alrededor.

Pronto sentí sus chorros calientes disparar por mi garganta, haciéndome caer en un profundo placer, escuchando como ella dejaba escapar un gruñido profundo. Me retiré, limpiándome la boca mientras me sentaba nuevamente en mi asiento.

Era el momento perfecto, porque ahora estábamos conduciendo a mi calle. Lisa aminoró el coche hacia abajo.

—Jesús, Jennie. Eso fue lo mejor que nunca antes tuve.

¿Mejor que su esposa?

—Gracias —murmuré—. Creo.

Bajó la mano hasta su entrepierna y se subió la cremallera de sus pantalones.

—Espero que todo se arregle con tus padres.

Le sonreí sinceramente, mi sonrisa cada vez era mayor mientras sus suaves ojos miraban los míos. Aunque lo que acabamos de hacer no era muy romántico, la forma en la que me miraba me hizo sentir todo. No estaba triste cuando la miraba.

—Gracias por lo de anoche —susurré.

—Estoy feliz de poder ayudar.

Miré a mi casa, deseando quedarme con Lisa todo el día—. Voy a tener que conseguir otro trabajo si quiero empezar a ahorrar de nuevo.