6

16.3K 1.2K 546
                                    

—Gracias por traerme a casa, señora Manoban —susurré, tratando de ser seductora mientras me sentaba en el asiento de acompañante de su auto.

Se mordió el labio por un momento, sentada en su asiento mientras seguramente esperaba algo. No me tomó mucho tiempo para darme cuenta de que ella sí estaba esperando algo.

—Siéntate en mi regazo, bebé. Sé una buena chica.

Tragué saliva nerviosamente, subiendo lentamente hacia adelante mientras esperaba con impaciencia. Sus manos se colocaron a cada lado de mis piernas, tirando de mí hacia ella mientras yo respiraba profundamente. Me sentía ansiosa sabiendo lo que estaba "aplastando", pero a ella parecía no faltarle aire o algo así, tan solo su rostro estaba enrojecido.

Mi parte trasera se presionó firmemente sobre su ella, haciendo que me balanceara lentamente hacia adelante y hacia atrás. De repente, sus manos se apretaron alrededor de mí, en señalización que me detuviera.

—No tengo suficiente tiempo para una segunda ronda.

Cuando estaba a punto de pedir disculpas por la vergüenza, su mano comenzó a pasear por mi columna, lo que me congeló de temor. Sus labios carnosos se levantaron hacia los míos, conectándolos, y no dudo en empujar su lengua entre mis labios. Dejé escapar un gemido incoherente, cerrando los ojos mientras apretaba su rostro perfectamente estructurado contra el mío.

—Si hubiera tenido más tiempo, créeme que me gustaría follarte duro —gruñó, sus labios todavía estaban junto a los míos mientras su lengua titilaba dentro de mi boca. Pude sentir una sensación mojada en mi ropa interior por sus palabras, haciendo que mi respiración se hiciera aún más pesada.

—Por favor, papi —le supliqué tímidamente. Ella se retiró de mí poco a poco, con un destello de preocupación en sus ojos, pero se las arregló para forzar su boca con la mía de nuevo.

—Bebé, si por mí fuera, entonces tu estarías pidiendo que me detenga —sus labios húmedos murmuraban contra los míos, una sonrisa siniestra apareció luego de sus palabras.

Me aparté de inmediato, mirándola con miedo cuando me miró inocentemente, como si hubiera dicho algo malo. Lo que dijo sonaba absolutamente horrible, como si todo lo que quería hacer causara dolor. Lisa me miró con preocupación.

— ¿Qué pasa?

Negué con la cabeza, sabiendo que estaba exagerando—. Nada —murmuré mientras me inclinaba hacia adelante de nuevo, capturando sus labios con los míos.

—Te veías tan bien con tu uniforme el otro día —profundamente habló con una sonrisa—. Un culo como el tuyo necesita una lección.

Vacilantemente le devolví el beso mientras continuaba burlándose de mí con sus fantasías. No estaba dentro de ese tipo de cosas, en absoluto, y en realidad nunca pensé en eso.

—Escucha —susurró tiernamente—. Voy a ir a la boda de unos amigos el próximo viernes y quiero que vengas.

Sentí que mi corazón se apretó ante sus suaves palabras.

—Será en la recepción del hotel Hilton y nos reservé una habitación para la noche.

Todo era demasiado para mí. Saber que me iba a llevar a la boda de alguien solo porque así lo deseaba... era demasiado. ¿Y si ella me amaba tanto como yo a ella? Tenía demasiado miedo de preguntarle algo como eso.

— ¿Qué se supone que me voy a poner? —susurré entusiasmada. Ella me sonrió en respuesta, llevando sus manos hacia mi trasero.

—Tu uniforme escolar, cariño.

Llámame papi → jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora