Capitulo 11 - Hogar

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Narra Carlos

Ya estaba atardeciendo, hace rato me encontré a Xilly y a Alex haciendo cosas de la realeza mágica que no entiendo y que me prohíben conocer.

Pero a cambio ambos me ofrecieron un tour por todo el castillo y el pueblo de alrededor.

Diego nos siguió todo el camino.

Llegamos al pasillo del otro día donde conocí al rey y a aquel chico, que por cierto resultó ser el hermano mayor de Diego.... Es como si todos fueran familia aquí.

–Bueno, Carlos, como recordaras aquí ya has estado, pero para que lo sepas, subiendo las escaleras está la Sala del trono y en la puerta de abajo esta la Sala de reuniones – Dijo Xilly señalando las puertas.

–¿Y no podemos entrar?

–Ahora mismo, hay una reunión– Xilly siempre encuentra formas de dejarme con curiosidad.

–Eres general y tú el príncipe ¿Por qué no están ahí?

–Ahora no nos necesitan ahí –Dijo el rubio– Xilly vamos a llevarlo a una de las salas de entrenamiento, ahora deberían estar solas.

Y así fue, llegamos a una enorme sala que estaba completamente vacia, un poco decepcionante.

–Carlos aquí tal vez un día vengas a entrenar, si es que esa es tu decisión, si decides que si.... M-me gustaría entrenarte... – Dijo Alex con entusiasmo y nervios.

–Oh! Lo tomare en cuenta... gracias.

–Ahora tal vez deberíamos ir al pueblo a ver las tiendas y lugares importantes, dentro del castillo, no hay demasiadas cosas– Dijo Xilly mientras salía de la habitación.

Salimos del castillo, el sol estaba a punto de desaparecer en el horizonte haciendo que todo se viera anaranjado.

No tardamos mucho hasta entrar al pueblo.

La casas eran de distintos colores y tipos haciendo que se vea como un espectáculo de colores.

–Esta es la avenida principal, es donde están muchas de las tiendas y cosas variadas.

–¡EYEYEYEY! ¿podemos entrar a esa tienda? –Diego señalaba a una dulcería a mientras daba pequeños saltos.

–Ah... ¿Claro?, tomen dinero –Xilly nos dio unas monedas doradas con un símbolo que no reconocí.

–Yo los acompaño –Alex nos tomó de las muñecas a ambos y entramos a la tienda.

Diego corrió al estante de chocolates, yo en lo personal no tenía mucha hambre ni antojo de dulces pero tome un chocolate blanco y una bolsita con dulces con chile, que de seguro le encantaran a Xilly.

Diego de algún modo compró un par de bolsas de cantidades poco saludables de chocolate.

Pagamos y nos reunimos con Xilly afuera.

Le di la bolsa a Xilly.

–Oye, ¡Gracias!– Juro que por un momento vi que en sus ojos se volvieron llamas– Antes de ir a un lugar que te tengo reservado, hay otro que creo que te gustara.

Almas - ArcoirisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora