Tengo miedo, estoy asustada. La incerteza recorre por mis venas y las dudas invaden mi cerebro. No es un deber, tampoco una obligación. Ni mucho menos un placer. Es más bien una necesidad, y un querer escribirlo para no recordarlo nunca más. Aunque eso no pasará porque el recuerdo siempre está en la mente de cualquiera.
Hace tiempo quería escribir literalmente mi vida pero no sabía cómo hacerlo, es decir, no sabía ni por donde empezar. Mi objetivo era recopilar cada fase vivida y narrarla, pero ¿Por qué no simplemente recordar para luego escribir? ¿Para qué sirve el recuerdo sino? Entonces abrí el ordenador, me senté en la silla de mi escritorio y comencé. Sí, porque no hubo un fin. Tampoco un principio. Simplemente relaté un paréntesis de mi vida.
Allá va.