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A la hora de la cena, me encontré sentada en una mesa con más personas, dos chicos, que me miraban atentamente. Me pensé que serían mis nuevos hermanos o primos. Y me lo pensé tanto, que hasta me lo creí. Recuerdo que para cenar tenía pescado con una sopa verde, rara, de primero. Me la cambiaron, me hicieron el favor uno de ellos. Comí poco, y no hablé. Sólo escuché la voz que pasaba por mi cabecita: "Todo irá bien, tú come."

Mi delirio continuó, pues, también pensé que él estaría debajo de mi habitación o al lado. Que era el príncipe y me estaba esperando. Que también tenía que fingir una enfermedad –que tenía un problema en la sangre- en cambio, yo, debía fingir –porque me lo decía él telepáticamente- que tenía un problema con la comida. Me creí que sólo estaba pasando unas pruebas conociendo a su familia. Y que estaba dentro de un hospital porque allí se refugiaba la gente real, de la clase real, y así tenían más seguridad.

Durante los primeros días, me contaron cómo funcionaban allí adentro. Tenían un horario, de color naranja, colgado en la pared y todo. Lo observé, detenidamente. Estaba decorado con flores, mis tipos de flores. Y observé las otras paredes, también decoradas con dibujos, curiosos.

Mi instinto más pequeño olfateaba insistiéndome en que algo no era real, es decir, todo lo que me pensaba y después me creía. Pero era tan pequeño, que no me percaté de él.

La primera noche, me quedé observando por la ventana la oscuridad que se desprendía en el exterior, las luces de las farolas. Entonces, sin percatarme de que había una cámara grabándome, vi en la mesita de la otra cama un papel con una canción y también un peluche de emoticono dando un beso. Me pensé que todo aquello lo había organizado él para mí. Una declaración de amor. Abrí el papel y leí la canción para mis adentros. Era de amor. Así que, una vez terminada, miré otra vez por la ventana esperanzada por verle. Pero no había nadie en la calle. A aquellas horas las personas estaban en sus casas, con sus familias o parejas, cenando. En cambio, yo estaba ingresada en el hospital, donde me pensaba que era la habitación de una princesa. Que en un futuro todo cambiaría para mejor, que viajaría y cambiaría el mundo para bien. Como en las películas. Pero no fue así, nada fue como yo lo imaginé, planeé, o pensé.

FLOR MARCHITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora