(56) Steve Rogers

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Imagina

1947

Después de que el Capitán tomara la decisión de regresar al pasado, luego de conversar con su mejor amigo Bucky, despedirse de todos y cumpliendo lo que Tony le había dicho que haga hace tiempo: que viviera la vida que él tanto deseaba y merecía; ...

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Después de que el Capitán tomara la decisión de regresar al pasado, luego de conversar con su mejor amigo Bucky, despedirse de todos y cumpliendo lo que Tony le había dicho que haga hace tiempo: que viviera la vida que él tanto deseaba y merecía; se encontraba ya en la plataforma con el uniforme puesto y la pulsera en su muñeca, con Sam a un lado de él y con Barnes viendo con alegres y orgullosos combinados con un poco de tristeza.

—Esta vez, —dijo Hulk— es un viaje sin retorno.

Y empezó la cuenta regresiva.

Steve Rogers se encontraba en Brooklyn, hablado ido a parar en un callejón y desde ahí todo se veía diferente; los edificios, las personas, hasta las plantas comparado con el futuro. Pero aún así recordaba todo.

Miró su atuendo, era una camisa simple color celeste, unos pantalones negros y unos zapatos bien lustrados del mismo color.

Observó bien en dónde se encontraba, estaba detrás del cine, el mismo lugar donde se enteró que Barnes iba a la guerra. Solo que los anuncios habían cambiado y el bote de basura ya no estaba. Decidido salió de ahí, y empezó a correr hasta la casa de su chica.

No sabía cuánto tiempo había corrido, hasta que llegó a una pequeña cerca blanca que rodeaba el jardín y la casa de dos pisos. Su corazón empezó a acelerarse, y antes de que sea posible que se desmaye por la emoción y todo lo que estaba sintiendo, abrió la pequeña cerca y caminó hasta las pequeñas escaleras que daban a la puerta. La silla de madera brillante aún seguía ahí con una manta ploma en el asiento y una taza vacía en la pequeña mesita también de madera, supuso que ella había estado ahí hace un rato.

Tocó la puerta marrón con tres golpes seguidos y luego dos pausados, era el toque característico de él cada vez que iba a ese lugar.

La puerta se abrió de golpe, una chica con rasgos más adultos, su cabello amarrado en un moño, lápiz labial rojo tinto, un vestido del mismo color de sus labios hasta un poco más abajo de la rodilla y unos zapatos blancos.

—¿Steve? —Preguntó ella sorprendida y con lágrimas asomándose por sus ojos.

—No podía dejar sola a mi chica favorita —sonrió el rubio.

Sin decir nada más, los dos se fundieron en un abrazo y poco después en un beso lleno de ternura y amor.

La mejor decisión que el Capitán había tomado en todo lo que le tocó vivir.

𝐌𝐀𝐑𝐕𝐄𝐋  ᵒⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ  (Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora