En el sueño de Harry, él estaba acostado desnudo sobre la barra del bar en donde solía trabajar en Santa Fe. Algo grande, caliente y suave envolvía su cuerpo, haciendo que se sintiera seguro y confortable, a pesar de estar desnudo sobre la barra, con una multitud de extraños alrededor. Y había demasiados extraños. El cuarto estaba abarrotado. Las voces de los clientes se oían como un fuerte tráfico y fuertes pisadas.
Una vieja mujer se giró hacia él, sus ojos brillaban como los de un gato en la sorpresivamente brillante luz y él gritó como un niño pequeño. Harry frunció el ceño y se movió. La voz de la vieja mujer era irritante. Afortunadamente, ella olfateó y se giró con su pequeño perro en el regazo. Harry jaló la gran y suave manta más apretada alrededor de él y se acurrucó con un suspiro.
Para su gran decepción, la manta se movió y se vio a sí mismo descubierto. Gimió. La manta se movió hacia él y lo cubrió de nuevo. Algo suave rozaba la piel de Harry. La manta debía de tener fleco, imaginó. El fleco le causaba cosquillas en el trasero a Harry, y él se reía tontamente, algo que nunca se permitía hacer cuando estaba despierto.
La manta se empujó entre los muslos de Harry y se acurrucó entre ellos. Se sentía bien, decidió Harry. No se había dado cuenta de que la manta estaba viva, pero qué infiernos. Eso era un sueño. Él había aprendido a disfrutar de lo bueno cuando llegaba.
Dobló su rodilla izquierda hasta que su culo estaba presionando el muslo contra el firme y de alguna manera rasposo material. Entonces él se movió más, pero el movimiento frotaba su erección contra la inusualmente suave y mullida barra y eso se sentía realmente bueno.
—Mmmm. —La manta gimió entre las piernas de Harry—. Lindo.
Un 'puff' de aire caliente acompañó a las palabras e hizo que sus bolas subieran. Ahora eso era extraño. Las mantas que Harry había encontrado generalmente no hablaban.
Las mantas generalmente tampoco separaban las nalgas de un tipo ni lamían su agujero con una lubricada y húmeda lengua.
«Eso no es un infierno de manta.» Con un bajo gemido, Harry levantó sus caderas para encontrarse con el ansioso e inesperado apéndice oral del cobertor.
—Jooooder, —la manta gimió la palabra que salió con varias silabas—. Sabía que tu dulce trasero tenía buen sabor. —Otra lamida, seguido de algo que raspaba arriba y abajo el agujero de Harry—. Maldición, Cactus. Eres jodidamente caliente.
«¿Cactus?»
Él había oído eso antes. Anoche. El sexy y delgado hombre con la fácil sonrisa que usaba una rara camiseta y tenía una chispa de travesura en sus ojos azules. El hombre que le llamaba a él Cactus en su dulce y aguardentosa voz. El hombre estaba hambrientamente en su culo y —trataré todo dos veces— su actitud lo había salvado de que lo echara a la calle después de señalarle a Harry su semejanza con la niñita de la caricatura.
El hombre que definitivamente no era una manta, y que realmente estaba devorando el agujero del culo de Harry con impresionante entusiasmo.
«Oh, mi Dios. No estoy soñando.»
Harry abrió los ojos. Estaba en el cuarto del hotel, extendido boca abajo encima del enredo de mantas. Fuera se oía el tráfico de la ciudad y pisadas en el pasillo fuera del cuarto, y un niño gritando algo de que iba a ir a la alberca.
Vio la luz del sol entrar por la ventana, la ropa esparcida en el suelo. Entonces la lengua de William entró dentro de él, y decidió que podría reprender al hombre por llamarlo Cactus después, cuando no estuviera tan cerca de disparar su carga.
Harry se movió y tomó su pene, lo jaló rápido y duro.
—Sí. Dios. Casi.
William hizo un delicioso ruido, su barba raspaba las nalgas de Harry.
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La Cebolla Feliz
FanfictionHarry Styles tiene una norma sagrada: "No salgas con el Jefe. Nunca". Traducción y adaptación al castellano del relato "The Happy Onion" de Ally Blue. Todos los créditos a la autora original.