Capítulo 5-Parte 2

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En ese momento, la necesidad de Louis de tener a Harry dentro de él era tan fuerte que apenas notó el rastro de tristeza y lamento en la voz de Harry. Su usual paciencia se quebró en ese momento, Louis llevó su mano a la parte de atrás del cuello de Harry y lo besó con todo el desesperado calor en su alma.

Eso fue delicioso, Harry respondió con su típica feroz pasión. Cuando se separaron, la mirada de Harry estaba fija en los ojos de Louis. 

—Baja tus pantalones e inclínate en esa silla alta.

La boca de Louis estaba muy seca, pues no podía cerrarla de la impresión y a la vez intentaba detener el grito de triunfo que quería salir de ella. Incapaz de hacer un simple sonido, Louis desabrochó el botón y bajó el cierre de sus jeans azul oscuro de domingo, bajó sus pantalones y ropa interior y obedientemente apoyó su pecho en la silla de tres patas frente a la caja registradora.

Grandes y calientes manos pasaban por el trasero de Louis, el pulgar entró en su grieta.

 —Mmmmh. Bueno.

Louis dejó salir un gemido y se empujó contra la palma de Harry. Si no lograba que los dedos de Harry entraran en su culo justo ahora, entraría en combustión espontánea e incendiaría el restaurante, y tendría mucho que explicar ante las compañías de seguros.

Detrás de él, Harry se reía. 

El taburete era muy alto y no podía manipular a Louis como quería si él no mantenía si culo más abajo.

—O haces algo para mantener ese culo abajo o yo voy a tener que ponerme encima de una caja. Y no voy a ponerme encima de una caja.

Afortunadamente para Louis, él había tenido ese problema incontables veces antes y sabía justo lo que tenía que hacer. Si él lo pensaba realmente ahora, era un maldito afortunado, porque toda la sangre de su cuerpo parecía estar en su pene. Con la punta de sus pies se quitó uno de sus tenis, y sacó su pierna de los pantalones y acomodó su postura abriéndose lo más cómodamente posible.

Un apreciativo rugido le decía que Harry lo aprobaba. 

—Oh, ahora eso es caliente. —un sedoso cabello rozó el trasero de Louis una fracción de segundo antes de que levantaran su camiseta y unos suaves labios se presionaran en su espalda baja—. No creo que tengas lubricante cerca, ¿no es así?

«¡Mierda! Lubricante. Necesito lubricante». La mente de Louis luchaba por liberarse de la lujuria y empezó a pensar en lo que tenía en los gabinetes de la estación de espera. Ahí había botellas de aceite de oliva para aderezar las ensaladas...

No. Circe y/o Tory podrían matarlo. Sin mencionar al departamento de salud, si ellos incluso llegaran a enterarse de eso.

Estaba a punto de decirle a Harry que usara su propia saliva, cuando vio el aceite esencial que Circe había dejado en uno de los estantes inferiores.

«Bingo

Estiró uno de los brazos y levantó el claro vidrio de su lugar al lado de la lámpara y se lo dio. 

—Aceite esencial, —le explicó.

Tomó la pequeña botella de la mano de Louis, y leyó la etiqueta escrita a mano: 'El gran O'. Él se rió. 

—¿En serio?

Louis gruñó en parte de frustración y en parte al recordar lo que Circe le había dicho, con sumo detalle, de por qué ella había bautizado esa especial mezcla de aceites esenciales con ese particular nombre. 

—No preguntes.

—Tomo nota. —La mezcla de mandarinas, jazmines, ylang-ylang y eucalipto llenó el aire cuando Harry abrió la botella—. Mmm. Huele bien.

La Cebolla FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora