Capítulo 12-Parte 2

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A las nueve y media de la noche, Harry y Louis estaban en las puertas del nivel inferior del estacionamiento de Wall Street, viendo por la pequeña ventana el lugar en donde Harry se tenía que reunir con sus dos antiguos empleados. Dos parejas pasearon, pero nadie estaba a la vista. Wall Street tendía a ser tranquila en la noche, a falta de clubs y bares. La calle estaba cerca de estar desierta, Harry se alegraba de que las farolas iluminaran bien la banqueta, e incluso se alegraba más, de la reconfortante presencia de Louis a su lado.

Colocando su brazo alrededor del cuello de Harry, Louis se alejó de la ventana y lo miró. 

—Bien, Cactus. Sigamos el plan.

Harry soltó una, de algún modo, nerviosa risa. 

—¿Tenemos un plan?

—Vamos, bebé. Sígueme el juego.

—Bien. —Harry miró por la ventana. La banqueta seguía vacía. Girándose hacia Louis, deslizó ambas manos alrededor de su cintura y apretó su culo—. Te quedarás aquí, escondido detrás de la puerta. Yo me mantendré fuera bajo la farola, donde puedas verme y mantendrás la puerta abierta para que puedas esuchar todo lo que digan.

—¿Y?

—¿Y qué?

—La señal, Harry. ¿Cuál es la señal en caso de que necesites mi ayuda?

—¿Gritaré ayúdame?

Louis le dirigió una larga y sufrida mirada. Harry contestó con su expresión más inocente. Louis suspiró. 

—Te rascas el culo, ¿de acuerdo? Si necesitas ayuda pero no puedes decirlo, rascas tu culo.

—¿Por qué tengo que rascarme el culo? —Harry le dio a Louis una suplicante mirada—. ¿No puedo solo rascarme la cabeza o algo así?

—No.

—Pero...

—Escucha, cara de ángel, nosotros ya hablamos de eso. Acordamos que la señal debería de ser algo que normalmente no harías, así no no lo harás por accidente. Tú eres un poco inquieto, nervioso, pero no recuerdo haberte visto nunca rascándote el trasero en público.

—Sí, bueno, hay una razón para eso, —Harry gruñó. La próxima vez, no discutiría planes con Louis hasta después de que la sangre que chupó hacia su pene regresara a su cerebro. Suspiró— Está bien, voy a salir ahora. Quiero estar esperando cuando ellos lleguen.

—Está bien —Deslizando una mano entre el cabello de Harry, Louis se inclinó y le dio un excesivamente emocional beso—. Se cuidadoso, dulce cosa. Estaré aquí por si me necesitas. Y llegaré a tu rescate sí creo que me necesitas, haya señal o no.

—Lo sé, realmente aprecio esto. —Harry sonrió y acarició la mejilla de Louis con una mano—. Gracias por venir conmigo. Me siento mucho más seguro sabiendo que estás aquí.

—Este no es el lugar en el que preferiría estar ahora. —Louis besó la nariz de Harry antes de alejarlo suavemente—. Adelante.

Tomando una profunda respiración, Harry cuadró los hombros, empujó la puerta abriéndola, y salió a la fría noche otoñal. Atrás se oyó el golpe de la puerta de metal contra la piedra que mantenía apropiadamente abierta la puerta con una roca que habían encontrado en el callejón de atrás de 'la CeF'.

Por varios interminables minutos, él se quedó parado bajo la farola, solo, sintiéndose como un completo idiota. Los ocasionales grupos de personas que se apresuraban por la banqueta, todos se mantenían apartados y le dirigían la misma extraña mirada mientras pasaban. Hundió sus manos en sus bolsillos, hundió los hombros y frunció el ceño al ver la marchita hierba que atravesaba las ranuras de la banqueta. Su postura hacía que se viera más como el asesino del hacha, al menos a él no le molestaba. El deseaba que Dave y Karen ya hubieran llegado así terminaría con esto. La noche se había vuelto fría, y todo lo que realmente quería hacer, era subir a su cama con Louis y joder hasta que ambos colapsaran exhaustos.

La Cebolla FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora