Capítulo 14-Parte 2

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Harry regresó tarde al trabajo. Refunfuñando por lo bajo, corrió hacia la entrada de empleados desde el estacionamiento en el sótano del edificio, tecleó el código de entrada y entró al pasillo. Con algo de suerte no se encontraría a nadie hasta que llegara a la oficina y se arreglara un poco.

Sabía que se veía como si hubiera jodido seis veces desde el domingo —labios rojos cereza e hinchados, cabello desarreglado, camisa aún medio abierta. Aparte de todo esto, creía que tenía algo de semen seco en la esquina de su boca. Él lo probó con su lengua. «Maldición, debería de haberme tomado el tiempo para limpiarme antes de salir de 'la CeF'».

El problema era, claro, que él se había obligado a salir precipitadamente. Tenía una reunión con los proveedores de los licores del Midnight Rose —vio el reloj— diez minutos.

«Mierda

Se apuró por el pasillo hacia las escaleras, acomodando la camisa dentro del pantalón en el camino, mientras maldecía su incapacidad de controlar su libido alrededor de Louis. A ese ritmo él no tendría que esperar y dejar que Rosewood finalmente cerrara, porque él iba a ser despedido por que los cuarenta y cinco minutos de su descanso de comida se convirtieron en una hora y veinte minutos de un festín de follar.

Uno de los encargados de las oficinas en Rosewood estaba fuera de la oficina de Harry, cuando llegó, se movía de un pie al otro y se veía listo para actuar. El chico tenía los ojos bien abiertos cuando vio a Harry.

«Mierda

Recuperando algo de su dignidad, Harry se aproximó al joven.

—¿Lo puedo ayudar en algo?

—Um. La señora Duncan me envió para decirle que lo espera en su oficina a la una y media. —Sus ojos café miraban a Harry de arriba a abajo, preguntándose claramente qué infiernos le había sucedido.

Harry frunció el ceño.

—¿Puede esperar? Tengo una reunión con un proveedor a la misma hora.

—Ella dijo que enviara a alguien a esa reunión, y que vaya a su oficina. —El hombre dio un paso hacia atrás—. Lo siento. Uh, lo siento.

Suspirando, Harry forzó una sonrisa.

—Está bien. Gracias por avisarme.

Alivio se formó en la cara del chico. Él asintió, giró y prácticamente corrió por el pasillo.

Harry sacudió la cabeza mientras el joven desaparecía por la esquina.

—Lo sé tan malditamente bien que no me asusta. —Sacó las llaves de su bolsillo, abrió la puerta y entró.

Se arregló un poco la ropa, sacó un cepillo de su escritorio y se cepilló el cabello, se sentía más o menos listo para enfrentar a su jefa, se metió una menta en la boca antes de salir de la oficina y recorrer el pasillo hacia la de ella. Cualquiera que fuera la razón para que quisiera verlo, él pensaba que sería mejor si no tuviera aliento de pene.

Mientras atravesaba la alfombra se preguntaba por qué Duncan quería verlo ahora de todos los momentos. Ella sabía que tenía una reunión programada, y en su vida podía imaginar por qué ella tenía que enviar a alguien para hablar con él en lugar de solo hablarle. El atender al proveedor del Midnight Rose era trabajo del gerente. Enviar a alguien más abajo en la cadena alimenticia en su lugar —incluso si era el jefe de barman— haría no solo ver mal a Harry, sino a la compañía.

«Solo agrégalo a la jodida lista», pensó con una amarga sonrisa.

Harry se obligó a quitar el ceño fruncido cuando se acercó a la puerta de la oficina de la Señora Duncan. Él llegó algunos minutos antes, pero que se joda eso. Quizás podría lograr salir de ahí para llegar a la cita con el proveedor.

La Cebolla FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora